Desde abril del 2013, las reservas internacionales netas (RIN) del Perú están disminuyendo. En julio de este año descendieron por debajo de los US$60 mil millones. En los últimos 27 meses, las RIN se han reducido cerca de US$9 mil millones. La paulatina pérdida de reservas no constituye aún un gran problema, ya que su nivel es todavía alto: equivale a 16 meses de importaciones. En un entorno económico internacional adverso, la economía peruana enfrenta una encrucijada: estimular agresivamente la demanda interna para incrementar la tasa de crecimiento de la economía o tratar de contener la pérdida de RIN. La aplicación de políticas contracíclicas expansivas para estimular el crecimiento generarán una mayor pérdida de reservas. Tratar de contenerlas requeriría dejar que el tipo de cambio se eleve lo suficiente o tratar de contener la demanda agregada, para reducir las importaciones, con lo cual la tasa de crecimiento de la economía disminuiría.
Hace 60 años, Simon Kuznets, premio Nobel de Economía en 1971, en su artículo “Economic Growth and Income Distribution” mostró que a medida que el ingreso per cápita de un país aumenta, la desigualdad en la distribución del ingreso tiende a incrementarse, alcanza un valor máximo, y luego tiende a disminuir. Recientemente, en un artículo que escribí se muestra que la hipótesis de Kuznets es válida en el caso de economías más “cerradas” al comercio internacional, y que en economías abiertas lo observable es que a medida que el ingreso per cápita aumenta, la desigualdad en la distribución del ingreso tiende a disminuir, alcanza un valor mínimo, y luego empieza a incrementarse. En los últimos 15 años, en el Perú se observa que la desigualdad en la distribución del ingreso está siguiendo esa trayectoria: está disminuyendo a medida que el ingreso per cápita aumenta, y debería continuar disminuyendo hasta alcanzar un valor mínimo.
La distribución del ingreso describe cómo el ingreso generado en la economía se distribuye entre la población (o los hogares). En un extremo, por ejemplo, podría ocurrir que un porcentaje muy pequeño de la población reciba un porcentaje muy elevado del ingreso nacional; en ese caso, en el país habría una muy desigual distribución. En otro extremo, podría ocurrir que todas las personas reciban el mismo ingreso, y en ese caso existiría una absoluta igualdad en la distribución del ingreso. Obviamente, ambos extremos no son adecuados. En un caso, una desigualdad muy elevada en la distribución del ingreso podría generar conflictos sociales y afectar negativamente el crecimiento, y en el otro, una absoluta igualdad desalentaría la innovación y el esfuerzo personal, y afectaría negativamente la productividad del país. Por lo tanto, debe existir un nivel (o rango) de desigualdad “óptimo” o “adecuado”, que es el que permite que la economía crezca sin contratiempos.
Los dos últimos artículos los he dedicado a destacar la importancia que tiene el crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios (B&S) para países con mercados internos pequeños, como es el caso del Perú. En el artículo de la semana anterior planteé la pregunta ¿cuánto tomaría triplicar las exportaciones de B&S?, de tal manera que superen los US$150 mil millones y, con ello, el ingreso per cápita de los peruanos alcance el nivel que corresponde a un país desarrollado. Para visualizar cuán desafiante es lograr ese objetivo, analizaré las cifras que registra el Perú.
En el artículo de la semana anterior planteé que para que el Perú llegue a ser un país desarrollado hace falta, por lo menos, triplicar las exportaciones. Asimismo, sugerí que ese debería ser un objetivo de la política económica peruana. Hacer eso sería beneficioso por dos razones.
Entre los 37 países desarrollados del mundo, se observa que existe una relación inversa entre el tamaño del mercado interno y la importancia que tienen las exportaciones de bienes y servicios (B&S) como determinante del PBI.
En los últimos 15 trimestres, la rentabilidad patrimonial anualizada de las empresas inscritas en el Registro de Valores de Lima (RVL) se ha reducido 16 puntos porcentuales. De acuerdo con las cifras obtenidas del estudio de Gerens Rentabilidad y creación de valor de las empresas en el Perú, dicha tasa disminuyó de 27.2% en junio del 2011 a 11.3% en marzo del 2015. La última vez que esas empresas registraron una tasa similar fue en junio del 2004 (11.2%).
La industria minera ha sido el motor del crecimiento del Perú en los últimos años.
El objetivo de la política económica debe ser mejorar el bienestar de la población. Para lograrlo, el Estado debe asumir tres funciones: mejorar la eficiencia de la economía, promover el crecimiento económico; es decir, lograr que el ingreso promedio de la población aumente lo más rápido posible; y propiciar una distribución del ingreso más igualitaria, haciendo uso de los instrumentos de política fiscal disponibles.
La medición de la competitividad internacional de los países es un tema de interés entre los economistas, ya que afecta el crecimiento económico. El indicador más usado en economía es el tipo de cambio real. Entidades como el World Economic Forum o la escuela de negocios IMD han elaborado indicadores más sofisticados para rankear a los países, empleando información cuantitativa y cualitativa. Sin embargo, un indicador más simple de obtener e interpretar es el que se usa en el estudio de Gerens, El Perú en la economía mundial, donde la competitividad se mide mediante la participación del país en el comercio mundial: si dicha participación aumenta, la competitividad mejora, y viceversa. En el caso del Perú, en los últimos 64 años la evolución de la competitividad internacional, medida a través de las exportaciones de bienes como porcentaje de las exportaciones mundiales, exhibe cuatro etapas: 1950-1964, 1965-2001, 2002-2011 y 2012-2014. En la primera el indicador se incrementó de 0.3% a 0.38%; en la segunda disminuyó paulatinamente de 0.38% a 0.11%; en la tercera aumentó de 0.11% a 0.25%; y finalmente en la cuarta muestra una tendencia a la baja, de 0.25% a 0.2%. En esas cuatro etapas, el PBI per cápita real (o ingreso real promedio por habitante) del país registró las siguientes tasas de crecimiento promedio anual: 3.1%, 0.1%, 4.5% y 3%, respectivamente.
A Antonio Raimondi, visionario investigador italiano que vivió en Perú a mediados del sigo XIX, se le atribuye la frase “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. Con algunas precisiones, 150 años después, esa metáfora está vigente. En el contexto de la economía mundial actual, al Perú no se le puede considerar metafóricamente un “mendigo”, ya que su PBI per cápita lo califica como un país de ingreso medio. No obstante, la idea central de la metáfora se mantiene intacta: el Perú posee muchos recursos que pueden ser explotados para mejorar el bienestar de los más pobres. Otra precisión por hacer es que hoy el potencial minero del Perú está más concentrado en el cobre que en el oro.
Existen líderes que guían inadecuadamente a sus seguidores. Estos suelen establecer erróneamente sus objetivos y, como consecuencia de ello, pueden inducir a sus seguidores a confrontaciones inútiles, en las que los vencedores, a la postre, terminan perdiendo. Las victorias que obtienen dichos líderes por lo general fortalecen temporalmente su posicionamiento político, pero no contribuyen finalmente a mejorar el bienestar de sus seguidores. Esos líderes, en última instancia, sin proponérselo, se convierten en un obstáculo para mejorar el bienestar de sus seguidores.
El conflicto social que actualmente existe en torno al proyecto Tía María, así como otros que se produjeron en los últimos años en el Perú, tienen su origen en la presunción de que la actividad minera puede afectar negativamente la agricultura y que esas actividades son incompatibles.
Una de las conclusiones más trascendentales que se extraen de la literatura sobre crecimiento económico es que los niveles de ingreso promedio de los países deben converger en el largo plazo. Ello implica que todos los países deberían llegar a ser países desarrollados en el largo plazo.
En el estudio “El Perú en la economía mundial” (Gerens, 2015) se analiza el desempeño de los países miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI), en el período 1970-2014. En ese lapso, el Perú, con una tasa de crecimiento promedio del PBI per cápita de 1.2%, se ubica en el puesto 85 del ránking mundial, entre 134 países con data; y en el puesto 17 en América Latina y el Caribe.
En abril de cada año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publica el informe anual, “World Economic Outlook”, en el que reporta los resultados obtenidos por sus países miembros. Con esas cifras, cada año Gerens analiza el desempeño del Perú en la economía mundial. A continuación se comentan algunos resultados del último año.
El Perú es un país pequeño en la economía mundial (0.34% del PBI mundial), habitado por personas con un ingreso promedio anual bajo (US$ 6,500).
El Perú se encuentra entre los países con mayor desigualdad en la distribución del ingreso: su coeficiente de Gini (0 significa igualdad y 1 desigualdad) es 0.48 y se ubica en el puesto 22 entre 160 países. En una economía de mercado, el Estado redistribuye el ingreso cobrando impuestos y gastando lo recaudado. La razón por la cual el Perú exhibe aún una desigual distribución del ingreso es debido a que en las últimas décadas el Estado no ha sido capaz de mejorar significativamente la eficiencia del gasto público, a pesar de que sí ha logrado una mejora de la recaudación tributaria. La forma más eficaz y sostenible de redistribuir el ingreso es permitiendo que los más pobres estén en condiciones de aprovechar, por sí solos, las oportunidades que el crecimiento económico genera. No existe política redistributiva más eficiente que la mejora en la calidad del gasto público.
Es incuestionable que el Perú es un país importante en la industria minera mundial, pero también lo es que su importancia viene disminuyendo desde el 2006. Si el Estado Peruano no modifica su estrategia para enfrentar los problemas realmente vitales que están impidiendo el crecimiento de la minería, lo mas probable es que su protagonismo continúe decreciendo, y con ello también disminuya paulatinamente la tasa de crecimiento potencial de la economía. En el 2014, el valor de la producción mundial de mina ascendió a US$550 mil millones, y de ese monto el Perú representó el 4%. Pero en el 2006 ese porcentaje ascendía a 5.6%, lo cual implica que la participación del Perú en la industria minera mundial ha caído 25% en los últimos 8 años. Sin la activa participación y el liderazgo del Estado, el sector minero por sí solo no podrá evitar que esa tendencia continúe.
De la consolidación de los estados financieros recientemente publicados por las empresas inscritas en el Registro de Valores de Lima, se concluye que en el 2014 la tasa de retorno del capital invertido por sus accionistas, o rentabilidad patrimonial, se redujo a 11.6%, tasa 1.8 puntos porcentuales menor que la del 2013. Si bien la tasa obtenida el 2014 es, en promedio, aún aceptable, lo preocupante es la tendencia a la baja que ella exhibe desde hace cuatro años. Este nuevo descenso implica que los esfuerzos realizados por el gobierno para estimular el crecimiento y alentar expectativas positivas sobre el futuro de la economía, son aún infructuosos. Queda todavía por determinar el impacto que tendrá sobre la rentabilidad de las empresas la reducción del impuesto a la renta aprobada el año pasado. Este se podrá evaluar cuando se publiquen las cifras a marzo de 2015.
En los últimos 20 años la industria minera metálica ha sido el motor del crecimiento de la economía, registrando una tasa de crecimiento real anual promedio de 5.7%. No obstante, de 1992 al 2007 dicha tasa fue 8.4%, mientras que del 2008 al 2014, fue negativa, -0.9%. La notable caída del crecimiento promedio de la industria minera, es una de las principales causas de la de-saceleración del crecimiento de la economía. Si bien la diversificación productiva es un objetivo loable de alcanzar, realistamente no es posible esperar que en los próximos años surja otra industria del tamaño de la minera, que genere similar monto de divisas. Por ello, para lograr que el PBI per cápita mantenga altas tasas de crecimiento, es necesario que dicha industria reestablezca su dinamismo, para lo cual se requiere que el Estado enfrente los problemas que han ocasionado su estancamiento.
Las exportaciones de bienes del Perú en los últimos 3 años cayeron 16% en 2014. En similar periodo las exportaciones de bienes en el mundo aumentaron 3%. Así, la participación del Perú en el comercio mundial bajó de 0.25% el 2011 a 0.21% el 2014. Esta reducción preocupa ya que contrasta con el notable crecimiento en el período 1998-2010. En esos años, la participación del Perú en el comercio mundial de bienes pasó de 0.1% en 1998 a 0.25% el 2010. El descenso en el crecimiento de la economía peruana de los últimos años está asociado a la reversión que exhibe la tendencia de la participación del Perú en el comercio mundial. Un país pequeño como el Perú no podrá aspirar a mantener elevadas tasas de crecimiento del PBI per cápita, como las logradas en los últimos años, si no mejora su competitividad internacional y restablece el dinamismo de las exportaciones.
Después de 14 años, en el 2014 la Balanza de Pagos volvió a registrar un déficit de alrededor de US$ 2,200 millones, 1% del PBI. De 1950 a la fecha, la economía experimentó 6 periodos de recesión, en los que el PBI per cápita decreció, los que fueron ocasionados por déficit de Balanza de Pagos que no fue posible de financiar por mucho tiempo, dadas las Reservas Internacionales que el país poseía. El déficit del 2014 no ocasionó una recesión, pero causó el notable descenso del crecimiento del PBI. En el 2014 el PBI creció 2.4% y el PBI per cápita se incrementó tan solo 1%. El año pasado la economía no experimentó una recesión debido al elevado nivel de Reservas que ha logrado acumular, lo que permitió financiar el déficit registrado. Este es un indicador del paulatino deterioro de la competitividad internacional que exhibe la economía en lo últimos años y que debe ser revertido.