Dos meses después de la muerte de Hugo Chávez por un cáncer, Venezuela busca un nuevo orden político, sumida en un profundo clima de crispación tras unas elecciones que dieron un estrecho triunfo a Nicolás Maduro, un resultado que la oposición no reconoce y ha impugnado.
Sin la dirección del hombre que marcaba la agenda, los tiempos y la temperatura política del país, Maduro trata de sacar adelante la revolución bolivariana en un escenario en el que la oposición vuelve a poner encima de la mesa las denuncias y reivindicaciones sobre el manejo electoral e institucional que Chávez ensombreció durante años.
Chávez Frías murió hace exactamente dos meses por un cáncer contra el que batalló durante algo más de 20 meses, una enfermedad que no le impidió ganar holgadamente en octubre unas elecciones, pero que acabó con el liderazgo de un proceso que busca un camino sin él con un mermado capital político tras las elecciones del 14 de abril.
Maduro ha reiterado insistentemente en que él no es Chávez, pero que es “su hijo”, sin embargo más de 700,000 venezolanos que votaron por el líder bolivariano en octubre decidieron apostar por el opositor Henrique Capriles, y el país ha entrado en una situación de polarización que analistas esperaban que tardara más en aparecer.
“Las circunstancias han hecho que el país se esté moviendo hacia un escenario que estábamos esperando, pero que se precipitó, que es el escenario bipolar”, indicó a EFE Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.
Un lenguaje encendido por parte del Gobierno, enfrentamientos incluso físicos en la Asamblea Nacional, donde varios diputados opositores fueron gravemente agredidos y la falta de reconocimiento opositor a los comicios de abril condimentan el ambiente de crisis política.
El apretado resultado electoral, que en la oposición aseguran que les favoreció hace tres semanas, deja un país dividido en dos mitades prácticamente iguales.
Para León, esa es una situación nueva ya que Chávez ganaba con 10, 15 o 20 puntos de ventaja y la relación que tenía con la población era “obvia”, pero en un escenario de resultado apretado, la falta de equilibrio, transparencia y el uso de los recursos públicos por parte del gobierno “marca la diferencia” en unos comicios.
Ahora bien, en su opinión, la oposición debe cuidar hasta dónde llega en ese reclamo porque es el primer interesado en tener viva la esperanza de una elección.
La llegada al poder de Maduro hace inevitable la comparación con Chávez. Con un carisma inferior al de su mentor, menos experiencia y una legitimidad mucho más endeble de la que el líder bolivariano sacaba en las urnas, Venezuela tiene por primera vez un tablero de juego incierto.
“Chávez era el ajedrecista, el dueño del tablero, tenía la capacidad no solamente de manejar sus piezas sino que manejaba y calculaba las del contrario (…) y además en el momento en que quería mover el tablero lo movía, porque tenía la capacidad, la habilidad y la legitimidad que le daba el apoyo popular”, indicó a EFE el politólogo Nícmer Evans.
El también profesor de la Universidad Central de Venezuela, subrayó que “la reconstrucción de la confianza y del liderazgo de Hugo Chávez no le ha sido fácil” a Maduro, más en un entorno en el que la oposición ha tratado de pescar en el río revuelto y ha logrado algunos saldos importantes.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.