Fue todo un guiño. Antes de dejar el mando de la Iglesia Católica, Benedicto XVI tuvo un gesto hacia el argentino Jorge Mario Bergoglio, ahora Francisco I.
Días antes de que se hiciera efectiva su renuncia, el entonces Papa lo designó como miembro de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL). Poco después, el hoy líder máximo de la Iglesia partió a Roma para participar del cónclave que terminó por elegirlo.
La Pontificia Comisión para América Latina, que forma parte de la Congregación para los Obispos, fue instituida con el objetivo de estudiar de manera unitaria la realidad de la Iglesia en América Latina, favoreciendo la estrecha colaboración con los dicasterios, y con el fin de ayudar al Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
El presidente de la CAL es el prefecto de la Congregación para los Obispos, actualmente el cardenal canadiense Marc Ouellet, uno a los que se mencionaban como candidatos para suceder a Benedicto XVI.
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