Miles de supervivientes, desesperados y furiosos por la lentitud de la ayuda, intentaban hoy tomar uno de los pocos vuelos disponibles para huir de las zonas más afectadas por el paso del tifón Haiyan en Filipinas, mientras que otros desenterraron tuberías de agua y *protagonizaron violentos saqueos de alimentos que cobraron incluso vidas.
Las autoridades, que temen que el balance total de víctimas sea de varios miles de personas, anunciaron la muerte de otras ocho personas cuando se vino abajo un depósito de arroz que estaba siendo atacado por la muchedumbre en la ciudad de Alangalang, a 17 kilómetros de Tacloban, una de las ciudades más afectadas por el temporal.
Los saqueadores se llevaron más de 100,000 sacos de 50 kilos de arroz cada uno, indicó Rex Estoperez, portavoz de la Autoridad Nacional de la Alimentación.
Las autoridades se vieron obligadas a aplazar un entierro colectivo en Tacloban, cuando se produjeron varios disparos. “Terminamos de cavar el emplazamiento para el entierro colectivo (…), hubo varios disparos” y la Policía pidió al convoy que diera media vuelta, explicó el alcalde Alfred Romualdez.
Cinco días después del paso del tifón Haiyan, uno de los más potentes de la historia con vientos de 300 kilóemtros por hora y olas de más de cinco metros, los supervivientes de Tacloban buscan desesperadamente huir del desastre.
Algunos, agotados, traumatizados y hambrientos, provocaron una estampida esta mañana en el aeropuerto en ruinas de la ciudad para intentar subirse a alguno de los aviones militares que traen ayuda humanitaria.
“VAMOS A MORIR DE HAMBRE”
“Llevamos tres días aquí pero no hemos conseguido tomar un avión. Quizás vamos a morir de hambre”, explica Angeline, la madre de una niña de siete años que se desmayó entre la multitud.
Los vuelos que despegan y aterrizan en Tacloban todavía son muy “limitados” y los transbordadores están abarrotados, admitió Patrick Fuller, vocero de la Cruz Roja Internacional en la región Asia-Pacífico.
La ayuda proveniente del extranjero y los navíos militares occidentales tardarán días en llegar y por el momento el apoyo llega muy lentamente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió sobre los riesgos de enfermedad, especialmente sobre las relacionadas con el agua.
El balance de víctimas sigue siendo difícil de establecer. La ONU, que el martes pidió US$301 millones (225 millones de euros) para ayudar a las víctimas, habló de 10,000 muertos en Tacloban, pero el presidente filipino, Benigno Aquino, considera que esa cifra es “demasiado elevada” e indicó por su parte entre “2,000 y 2,500” muertos.
El último balance provisional del gobierno filipino es de 2,275 muertos y 80 desaparecidos, aunque miles de cuerpos en descomposición siguen todavía esparcidos por las ciudades devastadas por el tifón.
La ONU no quiso entrar en la polémica de cifras. “Nos concentramos en los vivos, no en los muertos”, señaló la jefa de operaciones humanitarias de Naciones Unidas, Valerie Amos.
ONCE MILLONES DE AFECTADOS
El secretario del gobierno, Rene Almendras, reconoció que las autoridades están desbordadas por el número de muertos. “La razón por la que dejamos de recoger cadáveres es que ya no nos quedaban sudarios, pero ahora tenemos 4,000”, indicó.
En total, la ONU calcula que más de 11 millones de personas, el 10% de la población de Filipinas, se han visto afectadas por la catástrofe, y hay 673,000 desplazados.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cerca de tres millones de personas han perdido temporal o definitivamente sus medios de subsistencia.
Mientras tanto siguen llegando nuevas promesas de ayuda. El portaaviones George Washington con 7,000 marinos a bordo y otros navíos de la marina estadounidense salieron el martes de Hong Kong hacia Filipinas. Washington anunció además el miércoles el envío de otros dos navíos con capacidad para desalar agua de mar.
Ante la incapacidad de los autoridades para proporcionar agua, comida, medicamentos y refugio, supervivientes armados saquearon los edificios de Tacloban que todavía siguen en pie, a pesar del toque de queda impuesto por las autoridades.
También preocupa la situación en otras islas filipinas aunque todavía harán falta “semanas” para tener una visión de conjunto de la situación, según el portavoz de la Cruz Roja internacional.
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