El primer ministro británico, David Cameron, cedió a la presión ejercida por la jerarquía religiosa de su país y por el ala más conservador de su partido en su iniciativa de promover la celebración de bodas homosexuales en los templos religiosos, excepto en los de la Iglesia Anglicana.
Cameron presentó el proyecto de ley esta mañana en el Parlamento para legalizar el matrimonio homosexual. Pero no solo exime a la Iglesia de Inglaterra y Gales de oficiar casamientos gays, sino que ha declarado ilegal su celebración en dichas instituciones, informó el diario español ABC.
La ministra de Cultura e Igualdad, Maria Miller, explicó a los diputados que, debido a la gran oposición encontrada tras presentar el plan, se debió rectificar lo que se veía como una ley muy atrevida con la que se ganaría la enemistad del núcleo duro del Partido Conservador y la cúpula religiosa nacional.
Cameron, firme defensor de las uniones entre parejas del mismo sexo, da así un paso atrás calmando a los secuaces de su partido –más de un centenar de ‘tories’ que han votado en contra de la propuesta– y que ya preparaban una rebelión interna ante un proyecto “tan progresista”.
Otras confesiones, como los judíos liberales o los cuáqueros, podrán escoger si las celebran o no. El grupo a favor de los derechos gays Stonewall saludó la ley.
“Estamos encantados con el comunicado de hoy del Gobierno y damos la bienvenida a la promesa de legislar para el matrimonio igual con el mismo calor como las tres ocasiones anteriores en que se hizo este anuncio”, dijo su consejero delegado, Ben Summerskill.
“Soy un gran partidario de la institución del matrimonio. No creo que los homosexuales deban quedar excluidos. Es más, una decisión como ésta servirá en todo caso para reforzar la institución”, expresó Cameron el pasado fin de semana.
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