El Papa Benedicto XVI fue elogiado por conservadores por intentar reafirmar el tradicionalismo de la identidad católica, pero los liberales lo acusaron de querer revertir reformas al interior de la Iglesia y de perjudicar los diálogos con comunidades musulmanas, judías y cristianas.
El pontífice alemán anunció hoy que dimitirá a fines de mes porque sus 85 años le impiden seguir cumpliendo con las exigencias de su cargo. La decisión dejó perplejos a los funcionarios de la Iglesia y a los católicos del mundo, pero se trata de una medida que había sugerido en el pasado.
Benedicto XVI disfrutó de una relativa buena salud durante la mayor parte de su vida, pero la primera señal de deterioro se produjo en octubre del 2011, cuando comenzó a utilizar una plataforma con ruedas para moverse en el pasillo principal de la Basílica de San Pedro.
En un libro publicado en el 2010, dijo que no dudaría en convertirse en el primer pontífice en renunciar por voluntad propia en más de 700 años si sentía que ya no era capaz “física, sicológica y espiritualmente” de regir la Iglesia Católica.
Antes de ser elegido Papa, el excardenal Joseph Ratzinger era conocido como el “rottweiler de Dios” por sus severas posturas sobre asuntos teológicos. Pero más tarde quedó en evidencia que no sólo no mordía, sino que apenas ladraba.
Pese a la enorme popularidad de su carismático predecesor –a quien colocó en la vía rápida hacia la santidad y al que beatificó en el 2011– sus asesores dijeron que Benedicto XVI estaba resuelto a no cambiar su estilo para imitar a Juan Pablo II.
El Papa, un religioso de maneras relajadas que tocaba el piano, logró mostrar al mundo un lado más amable del hombre que fue *el jefe de la aplicación de doctrinas del Vaticano *por casi un cuarto de siglo.
Pero los abusos sexuales por parte de sacerdotes a niños afectaron profundamente buena parte de su pontificado. Ordenó una investigación oficial sobre casos en Irlanda que llevó a la renuncia de varios obispos.
Sin embargo, las relaciones del Vaticano con Irlanda se enfriaron notablemente durante el papado de Benedicto XVI, hasta el punto en que Dublín cerró su embajada en la Santa Sede en el 2011.
Víctimas demandaron que fuera investigado por la Corte Penal Internacional, pero el Vaticano dijo que el líder católico no podía ser considerado responsable por los crímenes de otros.
El escándalo a partir de una fuente mucho más cercana se produjo en el 2012, cuando el mayordomo papal Paolo Gabriele fue hallado culpable por filtrar documentos que denunciaban actos de corrupción en los asuntos del Vaticano, lo que generó irritación a nivel global.
Pero Benedicto XVI también confrontó el propio pasado de su país cuando visitó el campo de concentración nazi de Auschwitz. Describiéndose como “un hijo de Alemania”, oró y se preguntó por qué Dios estuvo silencioso ante la muerte de 1.5 millones de personas, en su mayoría judíos, durante la Segunda Guerra Mundial.
Ratzinger fue parte de las Juventudes Hitlerianas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la participación era obligatoria. Nunca integró un partido nazi y su familia se opuso al régimen de Adolf Hitler.
Pero su viaje a Alemania también desató una de las mayores crisis de su pontificado. En un discurso en una universidad, citó a un emperador bizantino del siglo XIV al decir que el Islamismo solo trajo maldad al mundo y que había sido propagado a punta de espadas.
Tras protestas que incluyeron ataques a iglesias en Oriente Medio y la muerte de una monja en Somalia, el Papa dijo más tarde que lamentaba el malentendido causado por su discurso.
En una medida que fue vista como ampliamente conciliatoria, a fines del 2006 el Papa realizó una visita histórica a la Turquía mayormente musulmana, donde rezó en la Mezquita Azul de Estambul.
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