Carlos Meléndez,Persiana americana
¿En qué le sirve un cable HDMI para televisor digital a una campesina de una comunidad ayacuchana sin electricidad? ¿En qué le sirve un hospital sin terminar y con deficiencias a los pacientes tarapotinos? ¿En qué le sirve a un presidente inaugurar una placa de un hospital funcionando a medias?
La figura presidencial se ha desgastado. Se lo percibe como un militar sin autoridad y como un mandatario que no inspira confianza. Según Datum, solo el 26% cree que es él quien gobierna el país, mientras que el 48% no confía en él. La combinación es lamentable: una aprobación de su gestión inferior a un mediocre 30%.
La oposición (partidaria y mediática) ya le ha cogido la maña y lo golpea a placer. Sus tres flancos más débiles son: la injerencia excesiva de Nadine Heredia en decisiones del Ejecutivo, bordeando la usurpación de funciones; la ausencia de su partido en términos programáticos, solo cohesionado por las circunstancias del uso de recursos públicos para el beneficio particular y, la pérdida de liderazgo.
La inexperiencia misma de un presidente sin brillo, que trasluce su falta de reflejos (derivó una pregunta sobre el libro que leía en un problema político sobre la prensa), convierte sus prejuicios en políticas estatales (decir que la desigualdad es el origen de la violencia en plena reunión de la CEPAL) y su ingenuidad en comidilla de sus rivales (¡inaugurar un hospital que no está listo!).
Así, el presidente se refugia en las ‘bondades’ de la tecnocracia apolítica. Pero los conflictos de intereses y las protestas sindicales demuestran, cada vez más, la precariedad de la escudería oficialista. Por ello, Humala se aferra a la placa, porque distrae y esconde lo que en realidad no funciona.
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