Mónica Delta,Opina.21
mdelta@peru21.com
La guerra por el rating en los canales de señal abierta es, literalmente, el pan nuestro de cada mes. De eso vivimos, aunque haya quien pretenda mostrarse por encima de ese interés. Si es así es porque no tiene sintonía. Pero la operación es simple. Si no te ven, no hay publicidad; por ende, se acaba el programa, a menos que lo mantengan, a pérdida, por otras “razones”.
La audiencia es la que decide con un aparatito que se llama control remoto. Es en el único trabajo donde te toman examen todos los días. Si los numeritos te sonríen, puedes respirar tranquilo, porque eso te garantiza cierta estabilidad laboral. La torta publicitaria es la misma, lo que varía es la tajada.
Por eso es que creo muy poco en las críticas entre periodistas y entre canales o plataformas mediáticas que compiten directamente.
Es, en realidad, un círculo muy pequeño en el que todos conocemos ‘los pasados y presentes’ de cada uno y sabemos cómo se escriben las ‘agendas’. Por eso rescato de Magaly Medina que no esconde su “animal televisivo”, como ella misma lo ha definido, y la adrenalina que genera liderar los niveles de sintonía.
Sé que Beto Ortiz no es ‘míster simpatía’, y en sus veinticinco años de periodista se ha labrado enemigos, algunos a pulso. Pero aprovechar el execrable crimen de una joven que participó en el programa de mayor sintonía sabatino para “tirárselo abajo” es francamente deplorable.
Beto no es mi amigo y alguna vez fue mi enemigo. Hoy nos respetamos como profesionales y compañeros de trabajo, pero lo que he escuchado y leído a propósito del terrible suceso policial es, en muchos casos, alucinante e hipócrita.
Hay que apuntar al criminal, sin desviar el ‘disparo’ hacia ‘quien nos conviene matar’.
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