Daniel F,Músico
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Daniel F es uno de los más talentosos de nuestros rockeros. Fundador de Leusemia, este 2 de noviembre, en Plaza Norte, celebra 30 años de intensa carrera en el festival Vivo X El Rock. Lo acompañarán Libido, Zen, Inyectores, Amén y más. Este es nuestro homenaje. Entradas: Tu Entrada (Vivanda).
Hace 18 años, con Leusemia, tu banda, sacaste un disco con este subtítulo: ‘Asesinando al mito’. ¿El mito de Leusemia ha muerto?
Supongo que sí. Eso de ‘mito’, de sobredimensionar una banda, ya fue. Yo nunca me creí eso del mito. Yo tomo esto con curiosidad. Hace poco toqué en Arequipa, para miles de personas, y la gente aullaba, gritaba; uno se siente bien, y esto es lo que en realidad vale, más que te consideren un mito o un ídolo.
¿Cuándo nació Leusemia?
Cuando escuché, a inicios de los 80, Yo pienso en ti, de Fernando Ubiergo. Yo ya había pensado, desde los 70, en crear una banda de rock que se llamase Leusemia, pero no la conceptualizaba. Cuando escuché a Ubiergo me dije: “Por aquí está mi línea: melódica, lírica, con mucha distorsión”, también siguiendo a Bowie, Faces, Ramones.
Ese ruido propio de la banda, ¿nació por sus deficiencias como instrumentistas más que por sus intenciones musicales?
(Ríe). Para mí, la guitarra es un instrumento extraño, ajeno; no soy guitarrista, no me gusta la guitarra, pero me he visto en la obligación de tocarla. En mi barrio había un pata que se llamaba Mario Calmet, quien tenía dos guitarras eléctricas. Tocaba fantástico, y un día decidí llevarle mis canciones. Le hice todos los riffs con la boca, el pata las sacó y yo canté encima. Luego, me dijo: “Tienes que aprender a tocar guitarra, de lo contrario, nadie te entenderá”. Un día se apareció en mi casa, me dejó una de sus guitarras y me dijo: “Aprende, huevón”, y se fue. Entonces, aprendí a tocar para no desilusionarlo. Volví, le mostré mis canciones tocadas por mí, y su rostro se iluminó. Y no hice la banda con él porque dejó Lima. Y, al inicio, me enganché con Ramones porque era la única banda, por su simpleza, cuyas canciones me sonaban igualito (risas), esperando que, luego, aprendiese a tocar y sacase cosas de Rod Stewart, de Bruce Springsteen, bandas que, en realidad, sí me gustaban.
¿Escogiste a la gente correcta para fundar Leusemia?
La gente cayó en la banda, no hice pruebas para escoger al que más se acercara a lo que quería. Siempre me he sentido poca cosa, entonces, me sentía agradecido de que alguien quisiese tocar conmigo, no era una cuestión de probarlos sino de “vamos a tocar”. Así se han dado todas las formaciones de Leusemia.
¿Te gustó el primer Leusemia?
Sí, claro. Y me gustaba por la hermandad que había, porque sentíamos que peleábamos, que enfrentábamos a gente más poderosa que nosotros. Pero el punk me enseño a no tener miedo… y eso pasaba con el primer Leusemia: no le teníamos miedo a nada… y hasta ahora sigo sintiendo eso, que puedo hacerla en un escenario.
¿Leusemia existe?
Ni yo lo sé. Hasta hace unos meses decía que no existía porque solo quedamos Raúl Montañez y yo, y nos juntábamos para hacer hora y tocar nuestras viejas canciones, pero la respuesta que ha tenido por parte de la gente ha sido abrumadora, lo que nos ha obligado a pensar si en verdad podemos ser una banda que ensaya, que crea, que hace nuevas canciones. Estamos por hacer un nuevo disco.
¿Qué mató a Leusemia?
La mató las drogas y el alcohol, que son cosas con las que no comulgo. Si estamos rodeados de eso, prefiero no trabajar, y seguir con músicos de verdad.
¿Te sientes rebelde?
Sí, y esto se manifiesta cuando uno se subleva… y en este país uno se subleva constantemente (ríe). Yo estoy muy comprometido con el Perú, y creo que todos deberíamos hacerlo. Yo soy utópico, el Perú es mi máxima utopía, y a ese país ideal apunto todo el tiempo.
Tienes otros registros más allá de la música: escribes…
Escribir canciones es contar historias, entonces, cuando hago relatos me planteo ampliar esas historias. Por eso, por ejemplo, comparo a Tolstoi y Dostoievski con la música progresiva: describen un amanecer en tres páginas cuando podrían decir solo “amaneció”, y eso hacen los progresivos, describir un paisaje sonoro pero de forma extensa. Alguien me dijo que Pink Floyd hizo un disco de 80 minutos, The Wall, para decir “Al colegio no voy más” (risas).
¿Qué piensas de Apdayc?
Debería estar en manos de gente menos cuestionada. El fin de un creador es que la gente escuche su obra, y Apdayc le niega ese derecho. Siento que hay un abuso de poder de su parte, quieren cobrar por algo a lo que no tiene derecho. Estuve asociado dos años. En ese lapso tocamos con Kiss, hicimos cientos de conciertos y, cuando fui por mis regalías, me dieron 24 soles (risas).
AUTOFICHA
- En los 70, como no sabía tocar guitarra, todas mis canciones las tenía en mi cabeza, y hoy las recuerdo tal cual, pero si me preguntas por una actual, no la sé.
- Las ‘Kursiles’ son de los trabajos más logrados, cada vez que las escucho me digo: “Por qué no he vuelto a hacer un disco así, tan completo”.
- Al colegio no voy más la hice pensando en mi sobrino, quien la pasó mal en la escuela. Mi única respuesta fue hacer una canción sobre la opresión que se vive allí.
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