Fernando Ortega,Opina.21
Columnista invitado
Si oteamos el horizonte con una perspectiva de solo diez años por delante, veremos grandes nubarrones en el cielo de nuestro país. Y es que estamos viviendo los últimos coletazos de la era industrial gracias a China, que ha permitido la última gran bonanza de precios de las materias primas.
Pero está ya bastante claro para todos que la próxima década será de grandes cambios, producto de cuatro tendencias irreversibles:
1. La convergencia tecnológica NBIC, con sus nuevos materiales que remplazarán a los metales y a las fibras naturales textiles.
2. Las energías renovables, especialmente biocombustibles generados mediante fotosíntesis.
3. El control de China e India sobre los mercados mundiales de baja y media tecnología (desde confecciones y calzado hasta automóviles y equipos electrodomésticos).
4. El control de los procesos de la mente, que permitirá desarrollar al máximo nuestras propias capacidades humanas y transferirlas a sistemas artificiales.
¿Ante esa situación, qué nos queda por hacer? La respuesta es simplemente “especialización productiva”. Si para algunos hoy somos un “país minero” o un “país textil”, en el futuro, ¿qué queremos ser?: ¿Perú país proveedor de alimentos de alta calidad? ¿Perú país biotecnológico? O simplemente ¿Perú país turístico?.
Cada día que demoremos en tomar esa decisión, tendremos menos opciones, porque los demás países ya se vienen preparando para el futuro.
Parece que la vista de nuestros políticos no va más allá de 2021. Esperemos que el modelo actual tenga vida suficiente hasta el Bicentenario y que entonces no cantemos “todo el mundo a festejar que el mundo se va a acabar”. Aún nos queda tiempo para prepararnos, pero no crean que mucho.
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