Fernando Ortega,Columnista invitado
Desde hace muchos años se estudia y se aplica ampliamente en nuestro país el enfoque del “planeamiento estratégico” e incluso es prácticamente una obligación que nuestras organizaciones tengan su misión y su visión claramente establecidas, a tal punto que vemos esas ideas plasmadas en cartelitos en las salas de espera o de reuniones de las instituciones.
De lo que no somos conscientes es que el “planeamiento estratégico” fue ideado en los años sesenta para un mundo que cambiaba muy lentamente. Hoy, con las dramáticas velocidades de cambio que enfrentamos, hacer “planeamiento estratégico” es casi suicida, y, por eso, desde hace más de veinte años, se emplea el enfoque del “pensamiento estratégico”, que obliga a considerar el futuro en todas nuestras decisiones, porque una aparente buena decisión del presente puede ser desastrosa en el mediano o largo plazo. Y eso se aplica en todos los campos del quehacer humano, incluso en la política. Veamos unos ejemplos.
La fracasada estatización de la banca en 1987 casi le cuesta a AGP su segunda reelección en el 2006. La liberalización del transporte público y la importación de vehículos usados de principios de los noventa generaron el caos en las calles que padecemos hoy. Y la designación de la Sra. Nadine Heredia como presidenta interina del Partido Nacionalista Peruano, que permitía “justificar” su participación directa en las decisiones del gobierno, ahora le genera una situación más que incómoda porque, como cabeza visible de su movimiento, le corresponde salir a defenderlo de las serias acusaciones de haber recibido fondos electorales provenientes de la minería ilegal. El “pensamiento estratégico” ayudaría mucho a nuestros políticos a tomar mejores decisiones hoy pensando siempre en sus efectos en el futuro, el cual a veces solo se encuentra a la vuelta de la esquina.
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