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Opinión

¿De qué pie cojea el nuevo Premio Nacional de Cultura? Limitar los laureles individuales a solo dos categorías (Trayectoria y Creatividad) es injusto y nada práctico.

Guillermo Niño de Guzmán,De Artes y Letras
Escritor

¿Estamos contentos con el reciente fallo del Premio Nacional de Cultura? Pues sí y no. Sí, por cuanto los ganadores son inobjetables: el poeta Rodolfo Hinostroza (Trayectoria), el narrador Edgardo Rivera Martínez (Creatividad) y la Asociación Contisuyo de Moquegua (Buenas Prácticas Culturales). No, porque la concepción del galardón que otorga el Ministerio de Cultura revela ciertas inconsistencias.

El premio fue restituido en 2012, luego de veintiséis años de haberse concedido por última vez. Inexplicablemente, en tiempos en que el país disfruta de una aparente bonanza económica, no se había propiciado ninguna iniciativa destinada a honrar y recompensar el trabajo de nuestros artistas e investigadores. En ese sentido, no deja de ser curioso que antes, en épocas más austeras y menos felices, se otorgara el Premio Nacional de Fomento a la Cultura, que tuvo el acierto de considerar dieciocho categorías. Estas distinciones cubrían así un gran abanico de manifestaciones culturales y fueron un importante estímulo para numerosos hombres y mujeres de ciencias, artes y letras hasta que el gobierno militar decidió suprimirlas en 1974. Y, si bien la dotación económica del premio no era tan cuantiosa como la de hoy, su planteamiento resultaba más racional y coherente.

¿De qué pie cojea el nuevo Premio Nacional de Cultura? Para comenzar, limitar los laureles individuales a solo dos categorías (Trayectoria y Creatividad) es injusto y nada práctico. Porque, llegado el caso, ¿cómo ponderar debidamente los méritos de un novelista frente a los de un científico social? ¿O los de un filósofo ante un compositor? ¿Es mejor un actor que un bailarín o un escultor? ¿Un historiador debe prevalecer sobre un pintor?

Por otra parte, es inevitable preguntarse cómo van a proceder los jurados en las próximas convocatorias. ¿Se apresurarán a privilegiar la condición geriátrica de los candidatos, no vaya a ser que se les ocurra morirse antes de recibir su merecido diploma?

En cuanto a los escritores galardonados este año, ambos cuentan con méritos más que suficientes. Sin embargo, ¿no debió corresponder el premio en la categoría de Trayectoria a Rivera Martínez y el de Creatividad a Hinostroza? Después de todo, este último ha mostrado una curiosidad creativa sin par y se ha atrevido a salir de sus dominios literarios e incursionar en la astrología, el teatro y la gastronomía. Y, claro, más adelante también podría haber obtenido el premio en Trayectoria. Aunque, pensándolo bien, cuando los organizadores se dignasen homenajear nuevamente a las letras, el poeta si aún viviese sería tan viejo como Matusalén.


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