Carlos Meléndez,Persiana americana
Si eres político y vives en el Perú estas son algunas preguntas que debes hacerte si quieres tener alguna probabilidad de sobrevivencia. De no ser así, tarde o temprano, terminarás sucumbiendo ante la política del desprestigio.
La reputación individual incrementa su valor político cuando los niveles de personalización de la política son elevados. Si las propuestas programáticas o el emblema partidario importan poco, la biografía de los políticos cobra más relevancia. Es por ello que una táctica muy frecuente para sacar del camino a rivales es hurgar en el pasado de los mismos. Y, como sabemos, el pasado no perdona.
Además, en el Perú el poder de estigmatización es muy fuerte, destructivo. La percepción negativa que en general existe sobre la política abona a ese sentido. Por ello, resulta muy complicado desembarazarse de la etiqueta (justa o gratuita) que el amarillismo de la prensa impregna en el sujeto del escarnio público. Precisamente, el derecho a réplica prácticamente no existe. No habrá nada que pueda hacer el político de turno para zafar de las acusaciones. Las explicaciones que ensaye serán, la mayoría de las veces, inútiles. El desarrollo de las tecnologías –lícitas o chuponeos– incrementa la posibilidad de contar con algún tipo de registro (audio, video, foto) que ratifique la sentencia de defunción mediática del político involucrado. Escarbar en el Internet facilita detectar alguna mancha en la hoja de vida que, por más pequeña que sea, terminará magnificada. Si vas a hacer política, recuerda, siempre te verán.
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