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"La pintura es urgencia, necesidad"

“Como columnista de Perú21 descubrí la pasión por la escritura”, nos dice Ramiro Llona, a quien podemos ver por partida doble: en el MAC (Barranco a pie, fotografía), y en el C.C. Inca Garcilaso (Una luz nueva, pintura).

Foto: Martín Pauca.
Foto: Martín Pauca.

Ramiro LLona,Pintor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Es un caminante perpetuo. Producto de esas caminatas nació la muestra fotográfica Barranco a pie, que va en el MAC (Grau 1115, Barranco). Pero su esencia es pictórica y, después de tres años, Ramiro Llona vuelva a las galerías, esta vez con Una luz nueva, que mañana, a las 7:30 p.m., inaugura en el Centro Cultural Inca Garcilaso (Ucayali 391, Lima). Doble oportunidad para reencontrarnos con uno de nuestros artistas más importantes.

¿Qué vínculos encuentras entre tu fotografía y tu pintura?
La mirada. La diferencia está en que a la realidad no la puedo modificar, solo la registro.

¿Solo registras?
Barranco a pie es un proyecto de imágenes que está desprendido de un intento artístico. Hay que entenderlo como algo que sucedió de manera natural, son las fotografías de un caminante. Mirar es, para mí, como respirar; siempre ando registrando mis sensaciones. Tengo una relación con la calle que es muy física: yo miro y concibo la ciudad desde la acera. Sin embargo, aún me cuesta reclamar ‘autoría’ sobre este trabajo… es como reclamar autoría sobre la ley de la gravedad, son fenómenos dados.

Siendo tú un pintor abstracto, ¿la fotografía es tu lado figurativo?
No, porque lo que me llama la atención es la parte más abstracta de la realidad: una textura, una composición, una atmósfera.

¿El arte mayor es la pintura?
No. Para mí, la pintura es una urgencia, una necesidad.

Hoy pintas cuadros inmensos. ¿Son tus necesidades, tus urgencias más grandes?
Yo vivo un presente muy sólido, muy responsable. Sigo siendo la misma persona que empezó a pintar hace más de 40 años, mis necesidades son las mismas. Lo que uno es y lo que uno pinta son lo mismo; al pintar, uno quiere verse fuera de sí. Trabajo sin boceto, sin una idea previa; busco y encuentro el cuadro al pintarlo, y a la mitad del proceso me reconozco en él, por eso digo que uno es lo que pinta.

En tu Facebook pones imágenes de los cuadros que estás pintando…
Lo hago porque hay mucho desconocimiento sobre cómo sucede, sobre cómo se plasma un cuadro. No hay mejor manera de entender una pintura que viendo cómo se gesta, cómo se transforma… y esto no le quita nada de misterio, porque el cuadro terminado siempre tendrá zonas cargadas de poesía y de misterio. Y también cuelgo el proceso en el FB porque es una manera de estar en contacto con la gente, pues yo cada vez salgo menos de mi taller.

Inauguras Una luz nueva…
He salido del mundo de las galerías, y hoy tengo el privilegio de trabajar con un museo como el MAC y un espacio cultural como el Inca Garcilaso. Es importante exponer en el Centro de Lima porque debemos generar alternativas pues, en el manejo del mundo del arte, hay una hegemonía. Apoyemos otros espacios culturales. Ojalá aparezcan otros espacios alternativos pues estamos un poco huérfanos.

Rompiste con Lucía de la Puente, tu galerista…
Lo hice por una cuestión de principios, por una situación que consideré inaceptable. Allí me pregunté qué estaba pasando en el mundo del arte para que fuese posible que una galerista le dijese al artista, de la noche a la mañana, “mi comisión no es del 35% sino del 50%”. La pirámide se ha invertido: primero están las galerías, los curadores, los críticos y, al final, los artistas. Con mi protesta he dicho que hay vida después de las galerías… al punto que hoy expongo en un museo, en el MAC.

Museo del que tú tenías una visión crítica…
Así es. Pero ahora que trabajo con su equipo me he dado cuenta de que hay una infraestructura que está caminando y que tiene gente muy profesional, con una gran mística. El MAC está empezando y, por eso, le estoy dando todo mi apoyo: le he donado el cuadro más importante de mi colección tratando de que mis colegas hagan lo mismo y también donen sus mejores obras porque, al fin y al cabo, un museo es su colección. Además, tiene que haber alternativas: el Museo de Arte de Lima (MALI) no puede hegemonizar la cultura y la información.

Tu visión del MALI es muy crítica…
Así es. Por ejemplo, estoy en contra de que un museo haga subastas. Ellos dicen que hasta el Guggenheim las hace, pero eso fue una excepción. Ahora, si bien estoy en contra de sus políticas, sí lo visito porque soy muy abierto y no voy a dejar de ver alguna exposición que me interesa.

Sigamos con las galerías. ¿Cómo vas sin galerista?
Mejor (ríe). Yo no vendía mis obras en mi taller, pues era muy formal y a los compradores los enviaba a la galería. Nunca imaginé que la informalidad iba a venir de mi galerista. Hoy controlo todo y eso implica abrir el taller al público, lo que es positivo porque todo se hace personal, conoces a la persona que va a tener tu cuadro en su casa, y esto puede ser muy lindo. La verdad, nunca estuve muy pendiente del tema comercial. Si uno cree en el trabajo, lo demás sucede.

AUTOFICHA

- Cre cí en Miraflores pero, aunque vivo en Chorrillos hace 20 años, soy un barranquino por adopción, por el bar Juanito (ríe). Cruzo la calle y estoy en Barranco.

- Visualmente, Lima es uno de los lugares más interesantes del mundo. Debemos visitarla con la misma emoción que sentimos en París o NY.

- He caminado mucho por el Centro. Empecé en la bohemia muy temprano e iba mucho. Tengo esquina (ríe). Además, estudié en la UNI. Sigo yendo al Centro.


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