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Opinión

El Frente Amplio de Izquierda (antes apasionados aliados, hoy furibundos adversos al Gobierno) tuvo su “momento Kodak” en Palacio de Gobierno. Con altas dosis de oportunismo, Salomón Lerner, exjefe de gabinete y exjefe del actual primer ministro, exigió al gobierno del que formó parte, hasta que lo apartaron, la cabeza del ministro de Economía, Luis Miguel Castilla.

Mónica Delta,Opina.21
mdelta@peru21.com

Todo fríamente calculado. Aunque intentaron posar con solemnidad, se les vio el fustán. La llamada izquierda peruana, que no es más que diferentes individuos en pos de una chance electoral, necesita, a gritos, una oportunidad para ubicarse como la oposición extrema pidiendo el cambio de política económica que, justamente, es lo que medianamente ha funcionado, más allá de errores en los sucesivos gobiernos de los últimos 15 años. ¿Por qué la izquierda sigue tropezando con la misma piedra? Está paralizada detrás del invisible muro populista y radical que no se atreve a derribar.

Son hábiles para hacer bulla y estar en la foto. Para lo que no han sido eficientes es para modernizarse y lograr una postura política que vaya más allá de su necesidad de colocarse en procesos electorales.

Es negativo que, en una reciente encuesta de Pulso Perú, el “señor ninguno” sea el político más influyente. Desastroso también es que haya un expresidente en la cárcel, dos expresidentes severamente cuestionados y que el actual jefe de Estado no sea el líder indiscutible para la mayoría. Una guerra de todos contra todos nos puede llevar al despeñadero. El escepticismo y el desprecio por la clase política no nos debería alentar sino preocuparnos. En un país como el nuestro, sin partidos fuertes y con instituciones muy frágiles, el desprecio popular por todo y todos solo augura dictaduras. Seamos sensatos. Si de algo puede servir la invitación a Palacio es para que la confrontación política tenga ciertas reglas de juego. Que el Gobierno no caiga en las ‘patadas bajo la mesa’ y que los políticos se coloquen en el espectro electoral sin poner en riesgo la democracia y al Perú.


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