Carlos Meléndez,Persiana Americana
Hace unos días la opinóloga conservadora estadounidense Ann Coulter llamó la atención internacional con una columna sobre el fútbol y su lugar en la sociedad gringa. Consideró el creciente interés que ha despertado el balompié en Estados Unidos como un “signo del colapso moral” y despotricó de la práctica de este deporte sin conocimiento, siquiera elemental, sobre lo que sucede en el gramado.
El artículo es relevante no por su estilo provocador o antifutbolero, en medio de un mundial, sino por la concepción reaccionaria sobre la inmigración en un país de inmigrantes. Según Coulter, la afición futbolera en EE.UU. creció gracias a la ley inmigratoria de Ted Kennedy de 1965, que favoreció un cambio demográfico con más desplazamiento de latinoamericanos hacia el norte. Como se sabe, hoy los hispanos constituyen la minoría étnica más grande (16.4%). Así, el fútbol se convierte en la expresión por excelencia de la ascendencia latina en dicha nación –despreciable para los retrógradas–. La derecha extrema gringa emplea la inmigración ilegal e hispana como el ‘cuco’ –algo así como Velasco en el Perú–, el culpable de todos los males que sufre el “imperio”. Esta crítica se basa en prejuicios y no en datos: el blog Grantland señala que los partidos del Mundial se han visto más en la costa este de EE.UU., la región con mayor nivel educativo promedio del país. Es que el contexto es el más propicio para hacer daño. El lunes, el presidente Obama anunció que usará los poderes del Ejecutivo para llevar adelante una reforma migratoria que ha fracasado el último año en la rama legislativa. La reciente ola de niños centroamericanos que pasan la frontera ilegalmente no amerita más paciencia. Once millones de ilegales esperan con ansiedad.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.