22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Carlos Meléndez,Persiana Americana
La crisis de los gobiernos subnacionales se explica, en parte, por el éxito electoral de organizaciones regionales y locales. Un movimiento regional es una alianza temporal de políticos independientes articulados, frecuentemente, por ambiciones personales antes que por ideología o acuerdos programáticos. No tienen contrapesos ni bases a los cuales responder. Así, las posibilidades de gobernar irresponsablemente (y caer en la corrupción) aumentan cuando estos grupos llegan al poder.

La pertenencia a un partido nacional no elimina las chances de corrupción, pero al menos atenúa la impunidad. Si un presidente regional o alcalde cae en actos de malversación de fondos, por ejemplo, no es el único responsable. El partido del susodicho funge de escudero, aunque también provee técnicos, cuadros, orientación en políticas. Es decir, comparte la responsabilidad. Por eso, es importante que partidos nacionales ganen más presencia territorial (octubre es una gran oportunidad). ¿Están en capacidad de hacerlo?

El fujimorismo presentará candidaturas en 19 regiones, en el Apra se calculan alrededor de 12, y en el PPC, 10. En varios de estos casos lo harán en alianza con socios locales, estrategia para evitar la estigmatización sobre sus pesadas marcas partidarias (por ejemplo, la reconocida aprista Nidia Vílchez encabeza un frente regional en Junín). En este contexto, la marca del fujimorismo se hace más atractiva, dadas las expectativas puestas en Keiko Fujimori con miras al 2016. Precisamente su marca se convierte en recurso para construir y fortalecer un partido nacional. La ausencia del nacionalismo y de propuestas nacionales de izquierda en este escenario grafica su poco compromiso con la institucionalización de la política.


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