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Opinión

‘La Tía Camucha’ vive a la vuelta de mi casa. Ha dedicado 30 de sus 57 años a vender paltas huaralinas que le manda su hermano. Puede reconocer a kilómetros qué palta es buena para un triple y cuál está lista para rellenar.

Carlos Carlín,Habla.Babas
ccarlin@peru21.com

‘La Tía Camucha’ vive a la vuelta de mi casa. Ha dedicado 30 de sus 57 años a vender paltas huaralinas que le manda su hermano. Puede reconocer a kilómetros qué palta es buena para un triple y cuál está lista para rellenar. Si alguien sabe de paltas, esa es ‘La Tía Camucha’. Pero ya está aburrida de tanta palta y quiere hacer algo por la sociedad. Se molesta cuando cuenta que está harta de los choros, del tráfico y los huecos de las pistas que le revientan las llantas de su ‘Paltamóvil’. Un día, dice La Tía, leyó que Gisela quería candidatear, y con todo derecho se preguntó: ¿Por qué yo no podría postular? Y no le falta razón. Ahora quiere ser presidenta, no de broma, de verdad. Y de verdad puede ser. Nuestra Constitución avala esa posibilidad. ‘La Tía Camucha’ pasa de lejos los 35 de edad y peruana es su nacionalidad. Dos requisitos, papayita nomás. Para ser mandataria peruana no se necesita más. Se ríe a carcajadas, está jacarandosa y feliz. Sabe que la puede hacer. No necesita estudios ni universidad, menos experiencia profesional. Ella, como sus paltas, es esencialmente buena y, con eso, en Perú basta y sobra para gobernar. Los electores los consigue al toque, regalando paltas, claro está. Estamos en un país lleno de paltas. Tal vez ‘La Tía Camucha’, con su experiencia, las pueda solucionar.


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