Carlos Meléndez,Persiana Americana
Las hipótesis sobre la pérdida de expectativas con el gobierno de Humala tienen asidero en encuestas de opinión. Según GfK, el porcentaje de peruanos que cree que el presidente tiene un plan claro de desarrollo del país ha caído del 40% (2012) al 34% (2013) y al 22% (2014). Cada nuevo 28 de julio, los peruanos le pierden fe al presidente. En el 2012, el 38% de encuestados creía que los restantes años de gobierno humalista serían mejores; en el 2013 esta proporción se redujo al 24%; hoy solo un 14% ve un futuro mejor.
El mensaje a la nación de este año tendría que evitar que Humala sea percibido como un lame duck (pato rengo): un mandatario anticipadamente calificado como “de salida”, a quien ya no se le tiene esperanzas. Sin embargo, considerando como antecedentes sus mensajes anteriores, se prevé otra oportunidad desperdiciada para recuperar el ánimo ciudadano.
Los discursos de Humala (unos más extensos que otros) suelen recurrir a las mismas palabras: “reforma”, “inclusión social” e “inversión”. Solo como ejemplo, en el discurso del año 2013 hizo referencia a las “reformas” educativa, de salud, sociales y policial, de las cuales ninguna ha rendido los frutos esperados. Inundó su prédica del año anterior con la palabra “millones” (de puestos de trabajo, de dólares en inversiones y en gasto social, etc.), pero su impacto no resonó más allá de los ambientes del hemiciclo. Como consecuencia inevitable de la esclavitud que ejercen sus palabras, la decepción sobre el gobierno se acrecienta.
¿Será posible que el presidente Humala sobrepase esa fórmula discursiva de promesas reformistas y cifras inocuas? Palabras más o palabras menos, necesita modificar el ambiente de indiferencia ciudadana al cual él mismo ha contribuido.
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