22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El Gobierno tiene hoy dos temas muy delicados que enfrentar: la creciente e incontrolable inseguridad ciudadana y los problemas que Qali Warma viene generando. La delincuencia ya ha tomado varias ciudades del país y ataca cuando quiere, donde quiere y a quien quiere. No hay control ni limitación. Ni siquiera temor. Los delincuentes hacen todo a cara descubierta y a plena luz del día.

Enrique Castillo,Opina.21
ecastillo@peru21.com

En muchos lugares, literalmente, la vida no vale nada. El Gobierno ha sido incapaz de revertir o siquiera reducir en algo la situación. Frente a esto, y después de muchas promesas y anuncios –como que el presidente se pondría al frente del Consejo Nacional de Seguridad–, el jefe de Estado ha decidido “ponerse de costado”, y ahora nos dice, luego de dos años y medio de gobierno, que se trata de un problema que tiene más de 20 años y que no se resuelve de la noche a la mañana.

Qali Warma tiene problemas grandes. Cada vez es más evidente que el desordenado y mal planificado crecimiento en la distribución de alimentos obligó a reclutar a cualquier proveedor, y que el programa no tuvo el diseño ni la implementación adecuados.

Sin embargo, en este caso el presidente Ollanta Humala y la primera dama Nadine Heredia se “fajan” por Qali Warma, lo impulsan, no lo quieren paralizar ni reestructurar, dicen que se queda, lo apoyan y defienden, a pesar de que el programa no deja de hacer noticia diariamente por las intoxicaciones que se producen.

No quisiéramos pensar que esta ardorosa defensa de Qali Warma tiene que ver con un interés por los votos que la distribución diaria de alimentos a tres millones de niños puede generar en las próximas elecciones. Y que la poca fuerza que le ponen a la lucha contra la delincuencia tiene que ver con pocas ganas de “meterse” en algo que, para ellos, no rinde electoralmente.

Si el presidente no hace de la lucha contra la inseguridad otra “niña de sus ojos”, su aprobación terminará a la altura de sus pies.


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