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“No solía ver películas, me las imaginaba”

Apichatpong Weerasethakul (Tailandia, 1970), uno de los más importantes directores de su generación, es el invitado estelar del Festival Lima Independiente, donde es jurado de la competencia y ponente de un seminario.

Foto: Mario Zapata.
Foto: Mario Zapata.

Apichatpong Weerasethakul,Cineasta
Autor: Juan Carlos Fangacio.
jfangacio@peru21.com

Su cine es, para muchos, tan complejo como su nombre. Pero la obra de Apichatpong Weerasethakul también puede verse como una puerta abierta, una invitación al deslumbramiento, a los misterios de la magia. Como él mismo dice, hay que dejarse llevar. Tras ganar la Palma de Oro de Cannes el 2010, no ha dejado de viajar. Y su parada en el Perú también ha sido una fuente de descubrimientos.

¿Ganar la Palma de Oro de Cannes te cambió la vida?
Sí. Me trajo mayor confianza en lo que hago. Yo aún me considero joven y esto realmente me hizo vencer la inseguridad. Al mismo tiempo intenté explotarlo para que el gobierno tailandés escuche a los cineastas y artistas en general. Antes no lo hacían, ahora eso empieza a cambiar.

Estás aquí por un festival de cine independiente. ¿Cuán importante y difícil es mantener la independencia en el cine hoy en día?
Yo diría que todo en el mundo se ha hecho un poco más independiente, con Youtube, por ejemplo. Todo el mundo se puede hacer cineasta y compartir videos todo el tiempo. Donde sí es difícil ser independiente es en el medio clásico, el del gran cine. Por eso estos festivales son muy importantes, especialmente para exponer a las nuevas generaciones a la belleza de la gran pantalla, al diseño de sonido, y a todo lo que una película te puede ofrecer.

Son dos caminos diferentes de ver el cine.
Sí. Uno es el de las pequeñas pantallas y la conectividad, que es importante, pero que al mismo tiempo está haciendo perder la otra forma, el de la belleza clásica de una sala. Creo que eso necesitamos preservarlo.

En tiempos de la difusión de lo digital, ¿por qué optas por seguir filmando en celuloide?
Por la diferencia estética. Lo digital no es tan rico o no ha alcanzado su total potencial aún. Por supuesto que en el futuro lo logrará, pero por ahora la diferencia se mantiene. La película en celuloide es más orgánica, más vital.

¿Cómo sobrevivir siendo auténtico frente al poderoso sistema de cine comercial?
Por el momento me va bien, porque hay muchos canales para hacer cine. Yo trabajo en salas de arte, en galerías, museos, así que siempre trato de encontrar una salida. Si solo tuviera una manera de hacer películas, seguramente tendría que caer en lo comercial.

¿Cómo te enfrentas a la censura al cine en tu país?
En una película como Blissfully Yours, donde había mucho sexo, nosotros mismos cortábamos algunas escenas de la película. Pero ahora, con el nuevo sistema de clasificación de Tailandia, que establece qué películas son aptas para el público, el gobierno es el que decide el corte. Eso no está bien. Ahora estamos formando un movimiento entre cineastas, críticos de cine y el propio público para ser nosotros mismos los que establezcamos la clasificación de las películas y que así el gobierno no intervenga.

¿Prefieres explotar los elementos locales de Tailandia o una mayor universalidad de los temas?
Creo que ambas cosas, porque yo aún vivo en Tailandia, en ese mundo que para mí es un gran tesoro y al cual constantemente tengo que volver. Y de la misma forma siempre hay algo universal en temas como el amor o simplemente la belleza de la luz.

Hay muchos elementos mágicos en Perú y Latinoamérica que encuentro afines a tu sensibilidad. ¿Percibes lo mismo?
Sí. Yo encuentro aspectos muy similares en la literatura del realismo mágico, que es muy emocional. Cuando leo a Gabriel García Márquez, por ejemplo, siento que se puede aplicar fácilmente a Tailandia. Hay algo en la esencia de sus historias con la que me puedo relacionar directamente.

¿Y ese paralelo también puede ser social o político?
Creo que sí. Hay que decir que existe una diferencia importante: Tailandia nunca fue colonizada, como ocurrió aquí en Latinoamérica con los españoles. Pero, al margen de eso, sí tenemos aspectos muy parecidos, como la gran brecha de clases sociales, la variedad de grupos étnicos, el racismo. Y por supuesto la globalización y el crecimiento económico.

Muchos de esos aspectos son precisamente los que inspiran tu obra.
Exacto. Por eso ahora siento que me gustaría aprender español y hasta filmar una película aquí en Perú. Y sí, quizá la principal atracción es la civilización en la selva amazónica.

¿Cuánto controlas de tu película y cuánto dejas que fluya?
Eso depende de la situación. A veces soy muy preciso en decirle al actor que debe moverse tantos grados. Pero a veces todo es completamente libre. Me gusta hacer tomas en las que puedo hacer lo que desee. Hay ocasiones en que eso pasa también con los actores o con el camarógrafo.

Alguna vez dijiste que la fantasía es más real que la realidad.
Yo creo que, en cierta forma, no hay línea divisoria entre fantasía y realidad. Porque si crees en fantasmas o espíritus, ellos realmente existen. Porque es tu punto de vista, es tu realidad, es tu mundo. Y en el cine pasa lo mismo. Si tú, como cineasta, logras crear una lógica, la gente la creerá. Allí está la belleza de una película. Eso es algo que yo disfruto mucho de la creación. Crear otro mundo con un enlace a tu mundo real, a tu memoria, y así manipularlo.

La película E.T. te cambió la vida. ¿Cómo evolucionó tu forma de ver el cine desde esa película a lo que haces hoy?
Yo aprecio muchas cosas en el cine. Desde Spielberg, Hollywood, hasta el cine europeo. Hay que ser abiertos y ver los distintos tipos de cine como lo que son, sin decir ‘esto es arte y esto no’. Empiezas con algo como ‘E.T.’ y luego empiezas a ver otras cosas, ligándolo con otras artes como la pintura o la escultura.

Leí que no te considerabas un cinéfilo.
Bueno, hasta cierto punto, porque no tuve el privilegio de ver muchas buenas películas. En Tailandia, el primer festival de cine apareció recién en 1995. Nunca estuvimos expuestos a una gran cantidad de películas, salvo por unos pocos VHS. Pero incluso eso no era como hoy, en que puedes descargar cientos de películas de internet. Mi experiencia fue más leer sobre cine e imaginarlo. Leía sobre Godard, por ejemplo, pero recién lo vi mucho después en festivales.

Para algunos críticos eres el mayor cineasta de tu generación. ¿Cómo manejas esto?
Es realmente inspirador. A veces recibo correos de personas desde países muy lejano y quedo muy agradecido pues lo que hago proviene simplemente de mi mundo personal, y me sorprende que logre tocar a la gente. Eso me empuja a ser feliz en lo que hago.

¿Qué opinas sobre la crítica?
Las críticas buenas a mí me llenan de esperanza… así que solo escucho las críticas buenas (ríe). En general me gusta leerla, pero no tengo una opinión definida sobre qué crítica es buena y cuál es mala. Porque también he sido jurado en muchos festivales y la apreciación de algunas películas cambia totalmente después de las discusiones o las reflexiones.

¿Te has sentido bloqueado para dirigir en algún momento?
Sí, todo el tiempo.

¿Y cómo lo manejas?
Saliendo de todo, desconectándome del cine. Me pongo a escribir, tomo fotos, escapo un poco de mi obsesión por el cine.

A los jóvenes cineastas que quieren empezar con una película y no saben cómo, ¿qué les dirías?
Bueno, como dice Nike, ‘just do it’ (solo hazlo). Porque cuando eres joven estás realmente fresco y abierto, y no sabes bien con qué estás cómodo, así que tienes que intentar. Hay jóvenes que esperan mucho tiempo por la idea correcta… ¡pero no existe la idea correcta! Nunca habrá una película perfecta. Solo tienes que grabar y grabar, y hoy es muy fácil. No necesitas ser un artista. No tienes que hacer cine arte para ser buen cineasta. También puedes ser bueno haciendo películas comerciales, así que solo debes intentarlo.

¿Tus películas son también un desafío?
A mí me gusta siempre retarme, probar. Porque una película, a pesar de ser solo dos horas de imagen y sonido, siempre tendrá formas de expresarse de manera diferente. Por eso para mí es muy desafiante encontrar distintas combinaciones.

Y cuando filmas tus películas, ¿te detienes a pensar en cómo reaccionará el espectador?
A veces sí. Pero yo soy siempre el primer espectador.

¿Qué opinas sobre la piratería?
Yo creo que sí es importante porque es una forma de educar a la gente. Está en la naturaleza humana consumir y encontrar una manera de consumir. Me parece que el tema de la propiedad intelectual y los derechos de autor debería lidiar de forma más natural con la piratería, encontrar la manera en que los cineastas y creadores pueden abrazar este modelo. Cómo llegar a la gente y al mismo tiempo ganar con lo que haces. Pero prohibir de plano la piratería no me parece algo natural. Hay un cineasta en Filipinas, por ejemplo, que trabaja con la red de piratas para que pongan sus películas en el mercado. Ese es solo un pequeño ejemplo de cómo trabajar con ese sistema.

¿Y tú cómo trabajas con ese sistema?
En mi caso, me molesta que mi película sea pirateada cuando no ha sido estrenada aún, porque yo soy un defensor de la experiencia ante la pantalla grande. Pero después de que ya se estrenó, puedes hacer lo que quieras, porque habrá todavía mucha gente que quiere verla, y tendrá que hacerlo en DVD o Blu-ray.

¿Ya conociste Polvos Azules?
Aún no, pero alguien me contó cómo funcionaba. Y bueno, en muchos casos es la única manera de acceder a cierto cine.

Nota del redactor: El viernes, horas después de la entrevista, Weerasethakul visitó Polvos Azules.

AUTOFICHA

- En Tailandia la censura contra el cine es muy fuerte. El gobierno decide qué partes de las películas cortar. Estamos creando un movimiento contra eso.

- La literatura del realismo mágico es muy emocional. Cuando leo a Gabriel García Márquez siento que puedo relacionarlo con mi cine.

- Me gustaría aprender a hablar español y hasta filmar una película aquí en Perú. Entre las cosas que más me atrae del país es la civilización de la selva amazónica.


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