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"La música ayuda al alma y nos hace universales"

Juan Diego Flórez estrena Guillermo Tell, la ópera de Rossini, este 1 de marzo en el Gran Teatro Nacional. Conversamos con Enrique Palacio, su representante.

Foto: David Vexelman.
Foto: David Vexelman.

Ernesto Palacio,Tenor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Ernesto Palacio es el representante de Juan Diego Flórez y responsable, junto con el talento del tenor, de su éxito mundial. El 1, 4 y 7 de marzo, en el Gran Teatro Nacional, Flórez debuta en Guillermo Tell, una de las mejores óperas de Rossini. Las entradas se venden en Teleticket.

¿Qué cualidades debe tener un agente musical?
Por más de 25 años hice el trabajo que mis representados hacen ahora (ríe); entonces, sé por dónde va la cosa. Dejé de cantar en el 98. Conocí a Juan Diego en el 94, cuando él aún era estudiante. En el 96 empezó a trabajar como artista, tenía 23 años y no conocía mucho del ambiente musical. Juan Diego me dijo: “¿Por qué no eres mi agente?”. Al inicio no lo consideré, pues siempre pensé que el agente era el mal menor del artista (ríe), pero en el 97 acepté. Hasta hoy se piensa que los agentes son unos explotadores, que se aprovechan de los artistas. Por eso, yo hago mi trabajo de otra manera. Para empezar, trabajo con pocos artistas y, en verdad, promuevo sus carreras. Entre mis representados están Elina Garanza, una superstar; Michele Mariotti, quien dirigirá Rigoletto en el Metropolitan Opera House (Nueva York); Ildar Abdrazakov, el primer bajo del mundo, y otros. Son pocos, pero todos brillantes.

Es decir, usted ha ido llenando de contenido a su oficio…
Así es. Hay infinidad de agentes y de caminos; algunos solo se preocupan de las fechas de los conciertos y de cuánto van a ganar. Lo importante es que la firma de un contrato genere otro contrato.

¿Cuánto del éxito de Juan Diego se lo debemos a usted?
Prefiero no hacer un comentario así. Las circunstancias se fueron presentando. Sí es un hecho que yo me he encargado de la carrera de Juan Diego y que le ha ido bien. Fue importante lo que yo ya sabía del mundo musical, pero también podemos decir que mi segunda carrera, la de agente, se la debo a él. Digamos que fue un mutuo beneficio.

Y vaya que el talento de Juan Diego ayudó…
Indudablemente. Las recomendaciones pueden ayudar pero, como decía mi maestro, a las 8 p.m. se levanta el telón y allí no hay recomendación que valga (risas).

La impresión que tengo es de que, además de ser su agente, usted es su consejero vital…
Bueno, tenemos una magnífica relación: los dos somos peruanos, los dos somos tenores del mismo repertorio; nos conocemos hace 20 años y juntos hemos decidido muchas cosas y, claro, también hay una relación padre-hijo.

También es visto como el hombre fuerte detrás de Juan Diego.
Yo no tengo esa impresión de mí (risas). Uno siempre debe estar tranquilo con su conciencia y tener las cosas claras, pero no sé si esto deba ser visto como dureza. Lo que sí tengo es autoridad. Además, paso todo el tiempo trabajando: cuando me dicen ‘vacaciones’ pregunto qué significa (ríe).

Juan Diego y usted tienen una clara vocación por el Perú…
Es verdad que nosotros podríamos estar haciendo otras cosas: atentos a nuestras carreras y desinteresados por el Perú. Sin embargo, decidimos ser agradecidos pues, a pesar de que destacamos por nuestro talento personal y no por haber recibido una beca estatal, sentimos la responsabilidad de mejorar el arte en el Perú. Yo soy un organizador de espectáculos; Juan Diego amplió el panorama y le dio un rostro social y cultural a nuestro trabajo musical con niños y jóvenes.

Me habla de su labor en Sinfonía por el Perú…
Uno siempre debe pensar qué pasará dentro de 30 o 40 años, cuando ya no estemos. Imagine que se diga que hubo un gran tenor peruano y su agente que se dedicaron a sus carreras, a sus ‘negocios’ y no se preocuparon por el Perú. Ese panorama no es posible. Ahora, esta tarea no solo es de Juan Diego y mía: el Perú debe darse cuenta de que no puede mantener su organización musical actual. Todas las iniciativas son privadas, no hay ningún organismo estatal (ministerio, municipalidad, etcétera) que trabaje por la música. Sin iniciativas como la nuestra o la de la Sociedad Filarmónica no habría espectáculos musicales de calidad en el Perú. Cada vez que Juan Diego canta fuera, la prensa siempre dice “el peruano”. ¿Y qué pasa en el Perú? Nada. Empecemos ya a crear una estructura musical.

¿Esta tarea debe ser estatal?
Hay dos caminos: 1. Que el Estado –a través de un ministerio, de las regiones, de las municipalidades– invierta y haga que la música entre a los hogares de todos los peruanos. Este es el modelo europeo. 2. En el modelo americano no hay ayuda estatal, pero se fomenta, a cuenta de sus impuestos, el mecenazgo, el patrocinio de privados, los sponsors. Acá no pasa ni 1 ni 2.

¿La música hace mejores personas?
Eso está universalmente reconocido y científicamente comprobado. La música ayuda al alma, nos da serenidad y nos enriquece como personas. Pero hay algo más: nos hace universales.

AUTOFICHA

- Fui, como Juan Diego Flórez, un tenor ligero. Nuestro repertorio es el mismo. Un año antes de terminar mi carrera –en 1998– me hice su representante.

- Alejandro Granda, el gran tenor peruano, fue mi maestro. Organizamos óperas en el país desde 2001. Lo hacemos por cariño al Perú.

- El Festival Alejandro Granda, que presentará Guillermo Tell y Atahualpa en marzo, es a beneficio de Sinfonía por el Perú, que trabaja con niños de bajos recursos.


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