Carlos Galdós,Conductor de TV
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Carlos Galdós reaparece este lunes en la televisión conduciendo La noche es mía, el magacín noticioso de Frecuencia Latina (de L a V, 11 p.m.). En esta charla conversamos de sus múltiples oficios, de su barrio y de su gusto por la noche.
La noche es tuya…
Sería absolutamente pretencioso decir que ‘la noche es mía’. La noche es de Frecuencia Latina (ríe).
Yo hablaba del ‘caballero de la noche’…
Esa sí es mía. Como todo ser humano que tiene su corazoncito ‘subte’, la noche es mía… y sigue siendo así cuando estoy de vacaciones. Qué pena que los peruanos no seamos tan noctámbulos.
¿Alguna vez viviste unas vacaciones permanentes?
Ya quisiera. Cuando uno es chiquillo, los viejos no te dejan; además, desde muy chico tuve muchas responsabilidades. Claro, en Lince tuve bastantes noches de fiesta, de madrugada, de parque, donde la gente llegaba en tandas: la primera, de jóvenes, que se quedaban hasta que nuestras mamás nos llamaban a dormir; luego venía la gente de parque, la chonguera, y más tarde llegaba el residual achorado y bravo que tomaba Cienfiegos con Kanú en jarra de plástico (ríe).
La radio te malogró todo…
No, al contrario, la radio me arregló. Mi vieja es la primera que se opone a que renuncie a la radio porque las mamás asocian el levantarse temprano con un chico sano; entonces, mi vieja me ha dicho: “No vayas a dejar la radio aunque salgas en la televisión” (risas).
Si la noche es tan interesante, ¿por qué debemos quedarnos en casa y verte?
Porque es un previo a la noche brava, negra, oscura. Hay que verme para calentar motores.
Los excesos de programas como La noche es mía muchas veces son atribuidos a la falta de un soporte periodístico…
Tenemos una productora periodística de lujo: Martha Rodríguez (quien fue directora periodística de América TV). Esa es mi respuesta. ¿Si soy chúcaro? Defiendo mis ideas lo suficiente como para no sentirme un mono parlante.
Fue una buena manera de regresar a la tele tu participación en Perú tiene talento, ¿no?
Indudablemente. Me sentí muy cómodo. En la tele he tenido experiencias de todo calibre: buenas y malas. Todos solemos recordar las malas, pero dentro de las buenas está Perú tiene talento, y espero que La noche es mía esté dentro de las mejores.
¿Qué te gustaba de ser ‘juez’?
Lo que más me gustó fue encontrar gente con ganas de hacer cosas. En este Perú hipersensible de las dos últimas semanas –fina cortesía de Claudia Dammert–, al programa podía ir todo el mundo. Más que en realidades, nos fijábamos en el potencial. Nuestro mensaje a los participantes fue: “Que no la hayas hecho en los dos minutos que te dio el programa no significa que no la vayas a hacer en la vida”.
Dicen que uno recién es famoso cuando te imitan en un programa cómico…
Me imitaba ‘Felpudini’ (risas). Me parecía genial, qué talentoso, era tal cual. Me fui a hablar con mi vieja y le dije: “Tengo un hermano que me has negado” (risas). En las imitaciones está cómo te percibe la gente, lo que uno no logra ver. Al observarlo –al observarme–, sentía que tenía gusanos en el estómago, ¡de dónde tanto movimiento! (y mueve las manos). A veces, cuando hablaba de mis viajes, sonaba pretencioso; son cosas que uno debe cuidar.
Escribes en Somos, tienes un programa en Studio 92, desde el lunes conducirás La noche es mía. ¿Cómo manejas todas estas facetas?
También tengo una hija, una novia; acabo de publicar un libro y hago mis unipersonales. Hay personas que pueden trabajar de 8 a.m. a 10 p.m. en una oficina y son felices; si me ponen en una, me suicido. Mi trabajo implica una gran dosis de creatividad y, aunque no lo parezca, es desgastante pues, para mí, el ocio es un trabajo.
Le dirías a tu hija: “Galdós tiene talento”?
No. Yo no le tengo que demostrar nada ni ella a mí. El amor no tiene que demostrar nada.
¿Dirías que tienes talento?
Sería terrible. Nunca salgo contento de un show, nunca termino mi programa de radio feliz. No tengo horror al vacío o al tiempo libre, pero me quiero comer la vida.
¿Tu madre está orgullosa de ti?
No se lo he preguntado. ¿Qué intuyo? Que sí. Mi vieja y mi entorno –la gente que me quiere, que no suma más de cuatro personas– se preocupan por mí: quieren que esté contento, que haga lo que me gusta. Y cuando le conté a mi hija –quien tiene seis años– que me iban a dar un programa en la TV, me dijo: “Ya era hora”.
¿Qué le agradeces a Lince?
Todo. Lince me dio la piel y me la curtió. Y más que a Lince, le agradezco todo a mi origen: mi madre; a ella, en verdad, le agradezco todo.
AUTOFICHA
- Siempre me ha gustado la gente, vincularme con ella; si no, no tendría el trabajo que tengo: comediante, columnista, conductor de radio y televisión, comunicador.
- A Susana Villarán le dicen ‘catrasca’: cagada tras cagada. Mejor que ni respire, que se ponga en una pecera y no salga. Está reventada.
- A mi hija le pregunté cómo debía salir en la TV. Me dijo: “Papá, ponte un terno, con corbata (en esto no le haré caso); es más, te lo voy a dibujar”. Se preocupa por mí.
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