Un personaje nefasto en este período fue la autoridad regional de Cajamarca, Gregorio Santos. Este político, con apetitos presidenciales y pocos escrúpulos, detuvo las inversiones mineras en la región y azuzó la violencia contra el proyecto Conga, sobre todo en Celendín y Bambamarca, donde el 3 y el 4 de julio murieron cinco personas y 41 resultaron heridas.
Según la Cámara de Comercio y Producción de la zona, debido a la paralización de Conga, en la práctica se perdieron US$ 4,800 millones en inversiones. Esto al margen de los 8 mil puestos de trabajo que desaparecieron y los S/. 77 millones que dejaron de percibir diversas actividades económicas.
Los antecedentes de Santos no se limitan a Conga. El 6 de julio, la Fiscalía lo denunció por secuestro agravado, tortura y homicidio calificado en agravio de Eliseo Vargas y por el “juicio popular” al que fue sometida su hija, Petronila Vargas, en 2005. También está involucrado en las presuntas licitaciones amañadas que beneficiaron a su amigo Wilson Vallejos. Este caso es investigado por el Congreso y la Contraloría. Además, llevó a trabajar a su pareja Maritza Briones al gobierno regional, y sus suegros, pese a ser campesinos, compraron al contado un departamento en Chiclayo por 148 mil soles.
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