Carlos Basombrío,Opina.21
cbasombrio@peru21.com
Cito a Caretas: “¡Hemos matado a cuatro perros del Estado!, clamó Antauro en el interior de la comisaría que había tomado… A las cinco de la mañana, un pelotón etnocacerista emboscó a una patrulla… y asesinó a balazos a cuatro policías. Para Antauro la tragedia fue motivo de orgullo. Creía estar solo entre los suyos pero no imaginó que un policía lo escuchaba, escondido en (…) el segundo piso del local…”.
Los cuatro asesinados venían del Escuadrón Verde, una unidad que creamos en el año 2003 para apoyar a los alcaldes y comisarios en seguridad ciudadana.
No eran, pues, comandos y el jefe del Escuadrón Verde me ha contado tantas veces del dolor que le causó que sus jefes mandaran a sus muchachos a Andahuaylas, que la historia todavía me conmueve.
Los masacraron y ahora desde el Tribunal Constitucional querrían limpiar de esos crímenes a Antauro Humala, diciendo que solo debe ser juzgado por sedición, anulando su condena por los asesinatos (¡el apellido pesa!). Por cierto, con este criterio ni Abimael ni Montesinos, ni menos Fujimori, debieron ser condenados por homicidio, ya que ninguno apretó el gatillo.
Estamos ante una monstruosa aberración jurídica que ya los especialistas han explicado. Culpa de un Congreso cada vez más repudiado que es incapaz de nombrar a los nuevos magistrados, dejando que los salientes hagan barbaridades como esta. (¿No será adrede?).
Liberar al responsable de esas muertes sería una afrenta mayúscula a todos los policías y una burla cruel con los muertos y sus familias.
Por cierto, el jefe fundador del Escuadrón Verde que mencionaba arriba era el coronel Juan Briceño, extraordinario policía y mejor persona, quien hoy pelea contra una grave enfermedad. Sus amigos, que somos legión, le decimos: Juan, sí se puede, hay mucho por hacer y nos haces falta.
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