El 2 de febrero del 2003, invitado por el primer director, Augusto Álvarez Rodrich, publiqué mi primera columna en Perú21. Fue solo cinco días después de haber renunciado a ser viceministro del Interior, luego de que llegamos a la conclusión de que ya no teníamos el apoyo del presidente Toledo para hacer reformas de fondo en el sector.
Su título fue ‘Reforma policial: más que una pirámide’. Era una reflexión sobre declaraciones de miembros del gobierno señalando que la reforma policial no se detendría. Ya sabemos lo que ocurrió y la dramática situación a la que hemos llegado.
A invitación de los tres directores sucesivos de Perú21, Augusto, Fritz y Juan José, he escrito esta columna a lo largo de 13 años, sea una o dos veces por semana, con lo que creo haber pasado la barrera de las 1000. Creo que soy (era) el más veterano de todos los columnistas.
Nunca, ni una sola vez, he recibido indicación alguna de opinar o dejar de hacerlo en un sentido u otro. He tenido la más absoluta libertad. Lo agradezco.
Me apena dejar este espacio, pero el presidente me ha convocado para ser ministro del Interior y he aceptado un desafío que sé inmenso. Las cosas están mucho peor que cuando fui convocado la primera vez por Rospigliosi y Costa. Creo que a diferencia de todos los otros sectores, en los que se ha mejorado algo o mucho a lo largo de estos años, en seguridad el deterioro es evidente y ‘urgencia’ tiene que ser la palabra clave que organice la gestión.
Quiero tener a Perú21 (y a toda la prensa) como aliado de mi gestión. No diciéndome las cosas que están bien, sino dando cuenta del medio vaso vacío; exigiéndome más e investigando sobre las cosas que están mal en el sector; más todavía, denunciando la corrupción que encuentren, a cualquier nivel. Esa es la verdadera forma de ayudarme.
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