Carlos Meléndez,Persiana Americana
Hace unas semanas, la prensa desesperó con el crecimiento de la derecha radical en Europa. Esta derecha anti-inmigrante triunfó en algunos países (aunque perdió en otros), y ha alarmado a propios y extraños (incluyendo a un Premio Nobel). Pero, usted, que observa el Mundial en Brasil habrá notado la procedencia pluriétnica de varias selecciones, especialmente las del Viejo Continente. ¿Cómo interpreta la derecha extrema esta diversidad étnica en su representación futbolera?
La selección alemana actual es la más diversa de su historia. El fútbol que practica es inimaginable sin el turco Ozil, el tunecino Khedira, el ganés Boateng o el polaco Podolski. Las reformas (2000) que otorgan nacionalidad alemana a todos los nacidos en este territorio (incluidos los de padres inmigrantes) empiezan a observarse en su balompié, sin obviar la controversia.
Para Jacqueline Gehring, la diversidad étnica es interpretada según la ideología. Para la izquierda, estos “nuevos” alemanes tienen un lado “alemán” y otro “no-alemán” que se expresa en el juego. Por ejemplo, Ozil alguna vez declaró que su técnica es turca y su disciplina es alemana. Es así que se incorporan aspectos ‘positivos’ del lado “no-alemán”, los cuales enriquecen la identidad alemana.
En cambio, para la derecha, tal diversidad no existe. Según el análisis de Gehring, la derecha considera que los jugadores con raíces no-alemanas han terminado transformándose en “buenos alemanes”, a tal punto que “cantan el himno nacional con todo su corazón”. Ello supone erradicar sus características originales y asumir una identidad homogenizadora.
Ningún extremo ideológico niega el aporte de la diversidad étnica al fútbol, pero su interpretación difiere. Es un debate a atender en un mundo cada vez más intercultural.
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