Carlos Meléndez,Persiana americana
¿Quién representa políticamente la informalidad?
Algunos congresistas –Lescano de AP y Rosas del fujimorismo– se han acercado a estos grupos, generando polémica. Se trataría –para algunos– de mero oportunismo. Sin descartar esta interpretación, otra lectura es posible. ¿No resulta acaso conveniente para la gobernabilidad buscar la mediación de representantes elegidos antes que de dirigentes sin legitimidad?
Una de las razones del deterioro partidario y de la representación política es la informalidad generalizada. Nuestra clase política se quedó en el pasado, en un país “pre-ajuste”, buscando sintonizar con una sociedad civil formal y organizada, ya sean empresarios elitistas (la derecha) u obreros y campesinos (la izquierda). Fracasaron. Quizás ni se dieron cuenta que había un mundo informal que no seguiría ni el “otro sendero” de De Soto ni constituirían una institucionalidad alterna como sugería Matos Mar.
El resultado de este despiste está al frente. Parte del “emprendedurismo” que surgió de abajo se forjó de espaldas a la legalidad. Parte del crecimiento del PBI que celebramos recibió la contribución de la economía ilegal. Es una realidad que desconocemos pero sancionamos, antes de plantear soluciones. Sus habitantes son villanos, enemigos del mundo perfecto que es Lima y balnearios. A mayor lejanía de la clase política, esa informalidad se vuelve más lumpen. Cada día, más cerca del sicario que del político.
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