Ricardo Lago,Uso de la palabra
Economista y asesor financiero
A cinco años de la debacle de 2008 siguen sin resolverse los problemas que la causaron. Como en el microrrelato de Augusto Monterroso: “_Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí_”.
Pasemos revista:
1. Deudas. De las privadas con problemas ahora hemos pasado a las públicas. La deuda total a PBI de los países G-20 –los avanzados y los mayores emergentes– ha aumentado en 30% del PBI .
2. Diluvio monetario. Desde los noventa se abusó de las políticas monetarias pero, ahora, las emisiones son colosales. Cada 36 días, los bancos centrales de USA, Europa, Japón, Inglaterra y China emiten una cantidad de moneda equivalente al PBI de Perú, 200 mil millones de dólares.
3. Sobrevaluación de activos. De momento no hay inflación de bienes y servicios, pero sí de activos. El precio de los bonos, las bolsas de valores y los bienes raíces está por las nubes en todo el planeta, salvo en la Europa periférica. Burbujas ahora en los países que no las tuvieron antes: los nórdicos, emergentes, etc.
4. Riesgo bancario. La existencia de unos pocos grandes bancos
–que los Estados rescatan si hay problemas para evitar crisis sistémicas– se ha agravado al haber sido adquiridos los bancos fallidos por los supervivientes. El too-big- to-fail es ahora too-bigger. Algo mejor capitalizados, pero …
5. Riesgo de zona euro. Los países europeos en crisis han mejorado sus finanzas, pero volverían al filo de la navaja con las subidas de tasas de interés cuando se retiren los estímulos monetarios.
6. Riesgo de derivados financieros. La bola de nieve de opciones, swaps , etc., sigue rodando. Según el Banco Internacional de Pagos
–club de bancos centrales–, el monto de derivados de tasas de interés asciende a 350 billones de dólares o cinco veces el PBI mundial. ¿Qué pasa si suben la tasas en 3 o 4 puntos?
El gurú del crecimiento Paul Romer acuñó la frase: “_Malgastar una crisis es algo terrible_”, y eso es precisamente lo ocurrido, mucho curalotodo con emisiones monetarias y pocas reformas. Nadie sabe bien qué viene después del diluvio.
Suerte que Perú está blindado frente a crisis financieras –que no es poco–, pero el crecimiento del PBI seguirá a la baja.
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