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"El derecho es arte, es vivencia, es creatividad"

“En Madrid me decían ‘El abogado lechero’: llegaba a trabajar, como los lecheros, a las 7 a.m.”, dice Luis Carlos Rodrigo, abogado y coleccionista de arte.

Foto: César Fajardo.
Foto: César Fajardo.

Luis Carlos Rodrigo,Abogado
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Gran coleccionista de arte y buen amigo de Julio Ramón Ribeyro, Luis Carlos Rodrigo fundó hace 48 años Rodrigo, Elías & Medrano, uno de los estudios de abogados más importantes de Lima. En esta charla repasamos su intensa vida.

¿Se siente inteligente?
(Me entrega un libro de Ribeyro y me pide que lea la dedicatoria. “Para Luis Carlos, mi viejo amigo de colegio y universidad (…), a quien tanto quiero y admiro por su inteligencia, por su sensibilidad y su gusto por la buena vida”). Allí tiene un retrato mío (ríe). Mi gusto por la buena vida se manifestó en el amor por el arte, en el aprecio por el vino, en el gusto por la literatura.

¿Y las mujeres?
Quiero tanto a las mujeres que me casé dos veces (risas). Y antes de estar casado, fui mujeriego. Eso sí, el deber siempre estuvo primero.

Estudió en la PUCP
La Católica me dio cobijo; luego, amigos; después, profesores y un gran ambiente. Además, soy uno de los famosos ‘Wisconsin Boys’, quienes cambiaron la enseñanza del Derecho en la PUCP. Allí conseguí una beca para ir a Harvard. Regresé de emergencia porque querían que hiciese la fusión del Banco Popular con el Banco Continental. Cuando todo estaba cerrado, tomaron el Banco Popular.

Tuvo que irse a España…
Sí, Velasco me hizo un juicio… que gané. Tuve que empezar de cero, abrir un estudio siendo un sudaca (ríe). Fue algo muy difícil, pues, para empezar, tuve que vender mi colección de arte para instalarme allá. Lloré tres días: habías obras de Tamayo, de Botero y otros.

En España se convierte en un especialista en Picasso…
Sí, Descubrí que, como Toulouse Lautrec, Picasso hizo carteles hermosos. Los busqué, hice la colección, la valoricé y, por supuesto, cuando regresé al Perú, no me dejaron sacarla. Con ella publiqué un libro de cuatro tomos sobre Picasso.

¿Siempre tuvo claro que el derecho era su profesión y que el arte solo era un complemento?
Para ser un buen abogado hay que ser una persona culta, un hombre completo, con buena formación humanística. El arte es una de las manifestaciones más importantes de la cultura. Implica imaginación, creación, belleza… como el derecho.

No exagere…
(Risas). En este estudio, a nuestros abogados les damos clases de historia, literatura, música, teatro, cocina, bebida, porque todo esto es la vida, y el derecho no es otra cosa que la regulación de la vida.

¿El derecho es arte?
Es arte, es vivencia, es creatividad. En China suprimieron a los abogados por más de 20 años, pero luego tuvo que invitar a abogados de renombre –entre los que estaba yo– para que les volviésemos a enseñar cómo funciona un sistema con abogados (risas), cómo se negocia un contrato, etcétera. Somos un mal necesario (ríe).

Es tributarista…
Pero en España tuve que hacer de todo, pues allí no me conocía nadie. Pasaba alguien por la calle y lo hacía mi cliente (risas). Allí hasta dirigí un periódico: El Independiente, donde tuve como compañeros a Camilo José Cela y Antonio Gala.

Ha participado en la firma de los principales contratos mineros del Perú…
Son contratos complicados y, conforme avanza el tiempo, se complican más. Hoy hay una mayor compenetración con el entorno. Se ha ido aprendiendo que hay que respetar el medio ambiente, la cultura de las comunidades cercanas; que hay que relacionarse con ellas y participar en sus actividades.

La sensación que uno tiene es que las mineras les imponen sus reglas al Estado…
Por pensar así, Antamina se demoró 40 años. ¿Se da cuenta cómo estaría el país si este desarrollo que hoy vivimos, si este aumento de la clase media, se hubiese dado antes? La minería le sirve a este país desde tiempos precolombinos.

¿Pero el Perú ha negociado bien estos contratos? ¿Las mineras están dejando los impuestos y regalías que corresponden?
El Estado peruano se lleva más del 50% de la explotación minera. Decir que las mineras se llevan todo y no dejan nada es optar por lo sencillo, pero no por la verdad. Quienes hoy depredan son los informales y, encima, no pagan nada. Esa es la minería peligrosa, la que se tiene que combatir; con la minería formal hay que negociar. Estas nuevas reglas, este cambio de actitud ya tiene unos 20 años.

¿En verdad pensaba en el Perú al negociar los contratos?
Indudablemente. Uno no puede aconsejar bien si, de alguna manera, causas daño a tu país. El Derecho tiene que ser transparente, impoluto, y con lo justo por delante.

Para la gran minería, ¿la democracia es el mejor escenario para hacer buenos negocios?
Para todos. La democracia es el mal menor para el desarrollo del ser humano.

AUTOFICHA

- Fui uno de los fundadores del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), que promovía el arte del momento que, entonces, era el abstracto más que
el figurativo indígena.

- He sido abogado de muchos artistas: Sérvulo Gutiérrez, Núñez Ureta, Szyszlo. Hoy soy un consejero legal, en mi estudio ya no soy nadie (ríe).

- Me regalaron un pez de Víctor Delfín, pero en mi familia creemos que los peces traen mala suerte. Es verdad, mientras entraba el pez a casa, Juan Velasco me enjuiciaba.


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