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¿Cuándo es 'too much'?

Una mirada al mundo de las fantasías, los juguetes eróticos y demás condimentos de la vida sexual.

 Una mirada al mundo de las fantasías, los juguetes eróticos y demás condimentos de la vida sexual.

En los últimos años, el aspecto lúdico del sexo ha provocado el despegue de una industria poderosa. Una persona común y corriente puede toparse, sin querer, con sagas literarias eróticas, anuncios de juguetes sexuales estrambóticos o talleres para mejorar la vida íntima. Incluso, es normal ver a sexólogos hablando de penes en los noticieros matutinos (un saludo para el doctor Máximo Lazo), famosos contando cuáles son sus fantasías (como Hugh Jackman hace unos meses) o series televisivas dedicadas a la sexología (Masters of Sex, vía HBO).

Todas estas expresiones tienen un factor común: el sexo como una experiencia que puede ser más placentera de lo que usted imagina. Es decir, si una persona puede vivir por defecto, de manera autodidacta y sin ayuda de nadie su sexualidad de manera intensa, ¿necesitaría estimularse con ‘Cincuenta sombras de Grey’ o con un vibrador que parece sacado de ‘Guerra de las Galaxias’? Lo real es que las personas desean más. No están gozando como creen que deben gozar. Y si están gozando, quieren gozar aun más.

Los problemas surgen cuando se intentan concretar esas deseos íntimos. Hay que recordar que estamos hablando de la voluntad de dos personas, no solo de una. “Mi esposo es un aburrido. Después de leer la saga de ‘Cincuenta sombras de Grey’, le propuse hacer unos jueguitos que tomé de la novela. No quiso y se molestó incluso”, cuenta Amanda (37). “Quiero hacer el amor con mi esposa en un avión. Una vez viajamos en un vuelo que estaba casi vacío. Le dije para ir al baño en un momento de distracción de las aeromozas, pero ella no quiere. Le da vergüenza”, cuenta Víctor (42).

EQUILIBRIO Y ENTENDIMIENTO
Estas dos declaraciones son importantes. Si bien la tendencia en cuanto a bienestar sexual es atreverse a probar cosas nuevas, existen límites. Si alguien no quiere practicar el sadomasoquismo de ‘Cincuenta sombras…’, no hay por qué obligarlo. Asimismo, si uno se rehúsa a tener sexo en el baño de un avión, está en su total derecho: más que una travesura, es un acto que puede tener consecuencias legales.

¿Es normal que alguien no desee meterse a cursos de coaching de Kamasutra? ¿Algo anda mal si uno está tranquilo con las dos únicas poses que sabe? ¿Y si alguien no quiere ir a hacer yoga para estimular los chacras y liberar los canales de energía sexual tántrica? ¿Es sano no estar en armonía con la pareja? La respuesta tiene tres partes. Una: a veces es bueno ceder. Si no funciona el yoga o el vibrador FX2014 Turbo, al menos se intentó. Dos: no hay que hacerse daño. Si la pareja quiere tener sexo en un estanque de tiburones, negarse es una opción sensata, no cucufata. Tres: dialogar. Cualquier innovación para la vida íntima debe introducirse con persuasión, no a la fuerza. Sin amenazas ni reproches, sino con cariño. Es muy probable que, así, la mayoría de pedidos y fantasías no parezcan muy osadas ni ‘too much’.

DATO

- Experimentar con la pareja requiere mucha confianza. La idea es que ninguno se sienta sometido por la otra parte, sino partícipe de una aventura compartida.


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