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Cuando no hay apetito

La disminución de la libido suele ser síntoma de que algo, definitivamente, no anda bien en la pareja.

(Internet)
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Dalia (34) está preocupada. Desde que se casó con Freddy (36), hace casi un año y medio, su vida sexual no ha vuelto a ser la misma. Fueron novios durante siete años, tuvieron una luna de miel increíble, pero cuando volvieron a casa se empezó a apagar la llama del erotismo. “Antes ¡qué cosas no hacíamos! Ahora tenemos sexo solo tres o cuatro veces al mes. Poco a poco nos hemos vuelto unos aburridos en la cama”, cuenta Dalia.

Situaciones así son muy comunes, sobre todo en parejas que llevan mucho tiempo unidas. Al inicio hay pura candela: sexo a cualquier hora, sin motivo alguno, de todas las formas. No hay presión. Pero, con el correr del tiempo, la frecuencia y la intensidad disminuyen. Desaparece el factor sorpresa. Aparecen las excusas: “Me duele la cabeza”, “estoy cansado”, “mañana tengo que levantarme temprano”, “hoy no porque vamos a hacer bulla y el bebé se va a despertar”, “¿otra vez? ¡Pero si ya lo hicimos ayer!”. Frases así no pueden pasar desapercibidas.

DENTRO DE LA CABEZA
En una página anterior (edición del 24 de abril de 2013) explicamos las posibles causas de la disminución del deseo: estrés, exceso de trabajo, cansancio, hijos, enfermedades crónicas, consumo de ciertos fármacos y cambios hormonales, entre otras. Razones totalmente válidas para no querer sexo con el ser amado.

Sin embargo, en esta ocasión planteamos un motivo igual de poderoso: porque llegó el aburrimiento. Así de sencillo. Es decir, más allá de razones fisiológicas, ocurre con mucha frecuencia que uno de ellos –o ambos– se aburre de la vida sexual que lleva. Se cansa del mismo cuerpo todos los días, de las mismas poses cada noche, del mismo ritual amatorio. No poder tener experiencias distintas alimenta el desgano y la frustración. Se produce una colisión: la persona puede amar a su pareja y quiere serle leal, pero por dentro está hambrienta de novedades. No es una situación fácil.

“La persona que ya no quiere tanto sexo –escribió la sexóloga Debby Herbenick en la revista Time Out Chicago– a menudo se siente presionada, culpable por no desear. Incluso podría evadir actos íntimos, como besarse o tocarse, temerosa de que eso pueda llevar al sexo”. ¿Qué hacer? Según Alessandra Rampolla, un factor muy importante para mantener viva la llama del erotismo es la mente.

Si no hay pensamientos “calentones” que involucren a su pareja, es obvio que la dinámica sexual se irá al tacho. Por tanto, para evitar llegar a este de-senlace, lo ideal es prevenir: buscar siempre la innovación. En librerías hay buenos títulos que sirven de guía. En Internet también hay información interesante. Incluso hay profesionales dedicados a la terapia sexual. El punto es el siguiente: por más que se conozcan desde hace muchos años, por más que los cuerpos ya no sean tan jóvenes como antes, el factor sorpresa nunca debe perderse. Si es que se siguen amando, claro está.

DATOS

- Según la sexóloga Debby Herbenick, tener relaciones cuando no se tiene ganas realmente puede contribuir a la disminución del deseo. En vez de preocuparse por la cantidad, hay que enfocarse en la calidad.

- La insatisfacción sexual, muchas veces, origina problemas y hasta rupturas en las parejas. Es más que un “problema en la cama”.


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