Mónica Delta,Opina.21
mdelta@peru21.com
Facundo Chinguel ya está con detención preliminar y a su exministro Aurelio Pastor ya le abrieron una investigación. Hay serias evidencias de cobros que ‘rompieron’ las rejas de la cárcel para cabecillas de bandas de narcotraficantes y acaba de comprobarse que el investigado presidente de la comisión de gracias presidenciales tuvo hasta 25 reuniones en Palacio de Gobierno. García, con voz contundente, dijo que, durante su régimen, él mismo había estudiado cada uno de los casos que concluyeron en indultos. Hasta ahora es difícil digerir que fueron más de 5 mil y que el exmandatario, además, haya tenido tiempo para gobernar. Es también cierto que según nuestra Constitución el jefe de Estado tiene la absoluta prerrogativa de darle el indulto a quien le dé la gana. Pero si esta acusación –que estamos seguros es milimétricamente seguida por el gobierno, por históricos enemigos de García, como el actual ministro Pedro Cateriano y por el procurador Arbizu– llega hasta las entrañas del caso y demuestra lo indefendible, el elocuente expresidente pondrá en aprietos su intención de liderar la oposición con miras al 2016. Al mejor cazador se le puede escapar la paloma y este caso parece estar tomando vuelo. Con dos expresidentes con serias acusaciones, una pareja presidencial que mantiene la duda sobre sus intenciones de cambiar las reglas de juego electorales, ad portas de un año de elecciones regionales y municipales, con una evidente desaceleración de la economía y posibles explosiones sociales, el ‘milagro peruano’ puede desaparecer como por arte de magia y el país entero habrá perdido, una vez más, el paso de nuestra propia historia, por corrupción y afanes personalistas.
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