22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Dardo López-Dolz,Columnista invitado
Tras casi 3 años con el encargo de gobernar, nadando estilo muertito frente al creciente deterioro de la seguridad de los ciudadanos, en absoluto incumplimiento de la primera función de un Estado para justificar su existencia, empieza a haber coherencia.

Un Premier y dos ministros del Interior insistieron majaderamente en que no hay inseguridad real sino mera percepción, amparados ingenuamente en la maquillada y casi inexistente “estadística policial” ignorando adrede que las víctimas se niegan al esfuerzo estéril de denunciar.

Oficialmente el problema es una percepción con incómodo costo político; un ministro inteligente entiende que el encargo recibido no es resolver un problema de inseguridad, sino combatir la percepción.

Con absoluta eficacia, el ministro Urresti viene cumpliendo cabalmente el encargo presidencial al atacar mediáticamente la percepción de inseguridad al aparecer frente a cámaras encabezando operativos policiales dirigidos a viejos y conocidos problemas como los Barracones del Callao, los reducidores de San Jacinto o los falsificadores del jirón Azángaro.

Los asaltos, secuestros, extorsiones y homicidios por encargo –ejercidos como continuación natural y en metodología y actores importados de los carteles mexicanos y las maras centroamericanas “tropicalizados” por los sacha sindicatos de construcción civil y otras bandas dirigidas impunemente desde las prisiones, con complicidad del INPE y/o PNP– no son el problema cuya solución se le ha encargado. No hay por tanto nada que reclamarle.


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