Mijail Palacios Yábar
@mijailpy
Hoy es el rector de la Universidad de Lima, pero no ha dejado de ser el profesor Óscar Quezada Macchiavello, que hacía de los cursos de Semiótica y Análisis del Discurso más que grandes y pesados tomos de ciencia, páginas libres de análisis y juego para buscar el sentido al signo y reflexionar sobre ello. Con ese mismo espíritu, el respetado semiólogo y filósofo ahora publica ‘Mundo Mezquino, arte semiótico filosófico’ (Fondo Editorial de la Universidad de Lima), en el que analiza la exquisita obra de Quino, el reconocido humorista gráfico argentino. Humor, arte y análisis de más de 100 historietas, a lo largo de casi 600 páginas, que amenazan, amenizan y enseñan.
¿Por qué eligió el humor para un análisis semiótico?
-Está en la química misma de nuestros cuerpos, es algo muy entrañable en el verdadero sentido de la palabra, en nuestras entrañas. Incluso, hay la idea de que uno segrega tonos de ánimo: alegres, tristes, melancólicos, nostálgicos. Hay la costumbre de tomarnos la vida muy en serio. Como decía Emile Cioran, la vida es una comedia que nos tomamos en serio. Pero yo le respondo: también es una tragedia que llama a la risa. En el ser humano hay esa ambivalencia tragicómica, que ciertos humoristas muy dotados como Quino saben captar y expresar. Como balance de amenazas como la muerte, está la amenidad. Si la vida amenaza, el humorista ameniza.
¿Por qué el humor gráfico?
-Porque grafica y gratifica. En mis clases de la universidad siempre he privilegiado textos breves, textos cerrados con comienzo y fin. En ese sentido, la publicidad es privilegiada para eso, las columnas de opinión también, los comentarios de Julio Ramón Ribeyro en Prosas Apátridas y obviamente Quino, porque puedes proyectar una historieta de cinco a seis viñetas y ahí tienes todo un relato para explicar el juego de valores, la estética, la narrativa, la tematización. Y algo que se sale de la semiótica, que va hacia lo filosófico: el habitus humano de reír, de amenizar, de sacarse de encima las preocupaciones que lo agobian.
¿La reflexión en qué plano está: el semiótico, filosófico o en ambos?
-En ambos. Para mí es muy difícil separar semiótica de filosofía en tanto y en cuanto el ser humano busca dar sentido. Vivimos entre el sinsentido, el absurdo y la insignificancia, el tedio, el aburrimiento. Entre esos dos extremos el ser humano construye sentido. Las religiones son eminentemente operaciones de dar sentido a la vida, a la muerte. Pero hay otra manera de dar sentido y quizá más profunda: el teatro, la poesía, la comicidad, la música. Nietzsche y Schopenhauer consideraban que la música era lo real, que la pintura copiaba la realidad, y asociaban la tragedia a la música. Por eso es que no existe una telenovela o una serie de TV que no ponga música, porque de alguna manera es la iconización de los estados de ánimo. Melodrama: el drama con su melo; si no hay su melo (que es música), el drama no funciona…
¿Y por qué Quino?
-Va de la mano con un hábito, que es el hábito de leer la revista Caretas, que tiene sentido del humor. Y en su última página está Mundo Mezquino, que tiene un simbolismo muy profundo, porque reina la mezquindad en el mundo. El 1% retiene casi toda la riqueza del planeta. Los ricos son muy pocos y los pobres son la mayoría. Basta con esa condición para que te preguntes por qué no podemos crear sociedades más equitativas. En el contenido de Quino hay filosofía social, a veces te llama a la sublevación…
¿Es un libro para académicos o puede acceder el público en general?
-En esa pregunta el problema es el “o”. Es y. De acuerdo con mi estado de ánimo, algunos de los análisis los hago lindando con el hueveo, es decir pensando en el alumno que se sacaba 10, 11, 12. Hay análisis de una página. Otros los hago en plan más de tortura al lector, pensando en los alumnos que se sacaban 17, 18, 19… Es un libro que piensa en dos tipos de lector: el que se puede llegar a divertir con algunos análisis livianos, frescos, pero le prometo que va a sufrir; y el que afrontará análisis más exigentes.
Este libro da la oportunidad de poder ver la viñeta e ir contrastándola con el análisis.
-Creo que ese es el gran hándicap, el gran punto a favor del libro. No es lo mismo leer el análisis de una película sin tenerla a la mano para detenerla y volverla a ver… Lo que más me impulsó a hacer un libro de esta naturaleza es que el lector tiene el texto a la mano, lo puede leer y releer. Por más que diga algo difícil, tienes la viñeta en tus ojos, frente a ti. Ahora, el libro posee un propósito pedagógico, de democratizar, divulgar la práctica semiótica entre el público en general.
Pero también es importante poner contra las cuerdas al lector, retarlo.
-Quino practica un arte semiótico filosófico sin decirlo, incluso sin tener la consciencia. De facto es semiótico porque juega y danza con signos. Es filosófico porque te hace pensar. Y el arte de Quezada, que toma a Quino como objeto, es un arte semiótico filosófico. Uno al nivel del lenguaje objeto, que es Quino; y otro al nivel del metalenguaje, yo. La semiótica es una especie de arte de encontrar el sentido a las cosas, más que una ciencia dura.
He seleccionado algunas viñetas del libro para comentarlas en esta entrevista. Hay una que trata sobre el futuro. Muestra a un sujeto caminando sinuosamente, de pronto mira atrás y ve un grupo de personas y siente esperanza de que ellos lo ayudarán a seguir por el camino, pero cuando lo sobrepasan, escenifican a una suerte de banda de zombies rumbo al futuro.
-Ahí se aborda la viñeta a partir de la metáfora del camino de la vida… El sujeto camina sinuosamente, donde hay una oposición universal: lo recto versus lo sinuoso. Cuando hablas de una persona moralmente íntegra dices que es una persona recta. Cuando hablas de una persona pragmáticamente eficaz, hablas de una persona que va directo. Lo recto está asociado a lo correcto. Pero esta persona de la viñeta ha comenzado a perder la recta, a dudar de sí mismo, a caminar sobre sí mismo, a no querer avanzar al futuro.
En ese momento se cita una frase genial de Ortega y Gasset: “Nuestra vida es ante todo toparse con el futuro. No es el presente o el pasado lo primero que vivimos, no; la vida es una actividad que se ejecuta hacia adelante, y el presente o el pasado se descubre después, en relación con ese futuro”.
-El ser humano es futurizo.
En otra viñeta se trata el suicidio y cómo un hombre va a comprar al supermercado los elementos para suicidarse, casi como un acto normalizado.
-El espectador está ante una escena común y corriente. Como dice Santiago López, al supermercado todos van a comprar víveres, es decir, cosas para vivir. Quino en ese escenario nos pone a alguien que va a comprar ‘muerterés’, como un banquito y una soga, lo que demuestra que el mundo ya está significado. La realidad no es neutra, uno simplemente se baña, se sumerge en el espesor de significados flotantes y a partir de eso se vive la experiencia. Quino prevé que cualquier lector va asociar el banquito y la soga con el suicidio.
Otro momento genial es Dios.
-Un Dios que desde la metafísica se ríe de la física, desde la eternidad se ríe del tiempo. De ahí salté al Dios que se aburre en el cielo con una dieta para viejitos, con una sopa insulsa y que se escapa clandestinamente al infierno para comerse una parrillada, porque en el infierno está la carne quemada.
Las viñetas sobre los médicos son exquisitas.
-Quino se burla del médico, pero detrás hay un tema filosófico y muy profundo: el médico es el profesional que está más cerca del cuerpo, de la carne…
Y de la muerte.
-Efectivamente. En muchas caricaturas asume su labor de una manera muy calculadora, centrada en la profesión como medio para obtener el fin de ganar dinero. El juramento hipocrático en esos ‘mediquinos’ no existe, porque su práctica médica está supeditada al lucro. Por ejemplo, hay una viñeta donde un traumatólogo pone pelotas de cemento en la ciudad para que la gente las patee y se lesione. Él es el agente de la enfermedad y de la cura. A veces uno se pregunta irónicamente si la salud nos sale a cuenta.
Seguimos. También usted ha elegido la viñeta de la sociedad del espectáculo, donde un muerto congrega a la multitud y llega un paramédico, tapa al cadáver y luego lo descubre; cual mago, en vez de mostrarse el cuerpo, ahora salen palomas.
-Quino le habla a aquel que ha visto magos y cómo convierte una figura. Lo gracioso es que eso aparece en el ejercicio de la práctica de un enfermero motorizado. Lo cómico es un evento inesperado, lo súbito…
O la muerte es un espectáculo.
-Eso está diciendo: en este mundo mezquino la muerte es un show. El muerto no interesa, lo que interesan son las palomas.
La magia de la televisión.
-Los fuegos artificiales, el artificio. El muerto ya pasó, no interesa, lo que interesa es la diversión. ¿Dime si no es filosófico Quino? Detrás de eso hay una devaluación del valor de la vida. El espectáculo es más rentable que la vida.
Habría que preguntarle a Quino…
-Qué importa. Cuando el humorista hace su obra se independiza de él.
Una viñeta de las últimas páginas es el debate de lineamientos, cómo gráficamente, solo con dibujos y líneas, varias personas discuten y cómo las posiciones se van ‘comiendo’ a otras.
-Al final es como una ballena se come a un renacuajo. El hombre del sombrero parece que es el poder económico que siempre está detrás de la masa, especulando. Y es el primero que se pasa al otro bando. Por lo tanto, representa el poder tras el trono, porque una vez que el del sombrero se pasa, todos se comienzan a pasar. Esa viñeta demuestra que no necesitas palabras para presentar una polémica entre seres humanos.
‘El proyecto garabato’ muestra a un sujeto que viene con un gráfico que es un garabato y le dice a un señor en un podio: yo quiero vivir así. Este señor le dice que no y le da otra hoja cuadriculada para que viva así. “Para vivir mejor en comunidad”, le dice.
-Es un excelente ejemplo para los estudiantes entre el querer y el deber. El querer brota del sentido del humor, de la vida y uno quiere ser libre con sus propios garabatos y se encuentra con el sistema que le dice que no, que debe vivir cuadriculado. Lo filosófico ahí es proyecto y destino. Todos los seres humanos estamos entre proyecto y destino.
Hablando de proyecto y destino. ¿Ha intentado dibujar alguna vez?
-Soy un pésimo dibujante. Eso sí, canto bien.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.