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Sexo.21: Religiosos libertinos, desde el Kamasutra al Marqués de Sade

La historia de la literatura está repleta de falsos “hombres de fe”, así como de las consecuencias de sus perversiones.

Hasta cierto punto, no deja de ser sorprendente que nos asombre la salida a la luz de tantos casos de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica, del Sodalicio o de tantas sectas como hay, en las que la religión juega solo un pequeño papel más dentro de toda una rígida estructura donde lo importante es la jerarquía del poder y cómo este se utiliza para camuflar todo tipo de tropelías. Gracias a la democracia, hoy día podemos acceder a libros donde se detallan las propensiones de falsos “hombres de fe” a cometer actos de la mayor lascivia.

Desde el Kamasutra, escrito por el religioso indio Vatsiaiana en el siglo IV, hasta El libro del buen amor del Arcipreste de Hita, religión y erotismo han ido de la mano en numerosas obras de corte licencioso, sobre todo si nos atenemos a la literatura libertina que empezó a abundar a partir del siglo XVIII, especialmente en la siempre moderna Francia, como reacción contra el concepto de “virtud” que preconizaba la iglesia, y que para Jacques Prévost (Libertins du XVII Siecle) no era sino una “prisión en que se quiere encerrar la libertad de las mujeres, (que) no responde a nada real, ni en el hombre ni en el orden de las cosas”.

EL PORTERO DE LOS CARTUJOS
Hacia 1740 apareció en Francia El portero de los cartujos, el libro libertino anónimo más vendido de ese siglo, y cuya autoría se atribuiría más tarde a Gervaise de Latouche: se trata de una lúdica denuncia de la lujuria de los monjes. El propio protagonista afirma ser “fruto de la incontinencia de los reverendos padres celestinos de la ciudad de R”. En él se describen toda suerte de actos heteros y homosexuales por parte de supuestos representantes de Dios.

La teoría de esta novela es que la vida religiosa y la represión voluntaria de los instintos lleva forzosamente a una mayor exacerbación incontenible de los sentidos: así, una de las protagonistas, formada en un convento, afirma que “si no hubiera estado en uno, ignoraría muchas de las cosas que sé”.

TERESA FILÓSOFA
Escrita por el Marqués de Argens, esta novela de 1748 recrea la escandalosa historia real del acalorado romance entre un predicador jesuita, Jean-Baptiste Girard, y su pupila henchida de mística y aspirante a la santidad. Más adelante ella denunciaría todos los excesos íntimos que él perpetró sobre ella, incluido el de forzarla al aborto. El caso fue muy popular en su época y motivaría unos irónicos versos de Voltaire: “Esa hermosa ve a Dios, Girard ve a la hermosa. ¡Ah!, Girard es más feliz que ella”.

Teresa Filósofa habla de temas tabúes como la masturbación (“lo que sirve para aliviar a tantas pobres religiosas cuando velan”) y de cómo muchos aspirantes a santos confunden el eros con el misticismo: “Ella cree caer en un éxtasis divino, puramente individual, cuando en realidad goza con los placeres más voluptuosos de la carne”. La literatura libertina suele incluir además pasajes filosóficos en los que se reflexiona sobre la importancia de una vida sexual activa y sana en conformidad con las leyes naturales, frente a las malas consecuencias de una prohibición autoimpuesta.

SADE Y SUS CURAS SÁDICOS
Sin duda, el Marqués de Sade es el escritor libertino más famoso de todos los tiempos: su caso lo agrava no solo el que pusiera en práctica las mismas transgresiones que darían celebridad a sus obras, sino que aparentemente todo su apetito insaciable lo aprendiera bajo la tutela de su tío, el Abad de Saint-Léger d’Ebreuil.

A lo largo de su vida, Sade fue encarcelado por numerosos delitos de abuso, sodomía, flagelación y envenenamiento de jóvenes de ambos sexos. Su obra, asimismo, contiene un fuerte componente filosófico y rabiosamente antirreligioso: Justine o los infortunios de la virtud es tal vez su novela más pródiga en clérigos libertinos, al narrar las vicisitudes de una virtuosa adolescente que no hace sino caer en las garras obscenas de hombres con malas intenciones, incluido todo un grupo de impúdicos frailes.

Sade llevó hasta el final su reto al estamento religioso: “Pienso que si existiera un Dios, habría menos maldad en esta tierra. Creo que si el mal existe aquí abajo, entonces fue deseado así por Dios o está fuera de sus poderes evitarlo. Ahora, no puedo temer a un Dios que es o malicioso o débil”.

Así pues, la literatura nos muestra desde hace tres siglos muchos de los atropellos sexuales cometidos históricamente en nombre de la religión.

DATO

  • El libro “Los dominios de Venus” recopila las mejores novelas eróticas de los siglos XVIII y XIX, en excelente edición de Siruela a cargo del traductor y erudito Mauro Armiño.


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