El primer obstáculo es superar la negación. Solo piénselo: tener 18 años y descubrir que estás embarazada causa un gran impacto emocional. “Salí embarazada a las pocas semanas de cumplir 18”, cuenta Fernanda (29). “No lo podía creer. ¡Estaba en la universidad! Fue un momento muy difícil, muchas ideas pesimistas pasaron por mi cabeza”, recuerda. Superar ese golpe requiere del apoyo del entorno cercano. Familiares y amigos deben convertirse en los pilares emocionales para la futura mamá. Ya no es hora de buscar culpables ni de hacer reproches: es momento de mirar hacia adelante.
“Lo más difícil viene después del embarazo. Ahí recién te das cuenta de que tu vida no será la misma”, señala Vanessa (32). Hay que adaptarse. La idea aquí es recurrir a toda la logística disponible para criar a su hijo. Si le recomiendan recibir asesoría psicológica, que la tome sin dudarlo. Si debe leer libros sobre crianza, que los lea.
Asimismo, es necesario diseñar planes vinculados al futuro con responsabilidad. Es decir, si la madre desea estudiar o trabajar, lo ideal es que cuente con todas las herramientas para lograrlo sin que eso afecte a su hijo. “En mi caso, tuve que dejar la universidad. Antes de volver, hablé con mis padres y con mi pareja. Ellos me dieron todo el apoyo y me ayudaron a criar a mi hija. Con organización y mucha fuerza de voluntad se puede vencer el mito que dice que tu vida se truncó”, dice Vanessa.
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