Muchos padres sienten un profundo dolor en el pecho cuando tienen que dejar a sus hijos en el nido por primera vez. Ver llorar a sus pequeños y la idea de dejarlos unas horas resultan cosas duras de aceptar.
Lo cierto es que para los niños el nido es un lugar nuevo, desconocido, con extraños. “Muchos sienten que están siendo abandonados”, afirma Miryam Calizaya, profesora de educación inicial.
Pero hay que ser firmes, por más que duela. De hecho, Calizaya dice que la actitud de los padres es básica para la adaptación. “Los niños detectan la inseguridad de sus padres. La idea es que, más bien, los motiven, decirles que van a jugar, pintar, hacer amigos”, agrega.
La idea es no ser complacientes y confiar en que el niño se acomodará. El proceso puede durar días, semanas, hasta meses. “Tarde o temprano, todos se adaptan. Pero esto se retrasa si los padres son complacientes. Por ejemplo, no está bien que el niño falte al nido porque llora y no quiere ir. Los papás deben ayudarle a vencer los miedos”, dice Calizaya.
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