La boda es una ceremonia que, para muchas personas, tiene una carga emocional intensa. Es una celebración que puede marcar un antes y un después en la biografía de una persona. Sin embargo, el proceso previo a ese momento puede convertirse en una tortura. “Enamorarse fue la parte fácil; planear una boda, ¡uy!”, ha dicho la comediante y actriz Niecy Nash.
PUNTO DE QUIEBRE
“Llegué a mi límite: ya no me quería casar”, confiesa Fernanda (30). “Si bien mi mamá y mis hermanas me estaban ayudando con la organización de la boda, hubo un momento en el que quería tirar la toalla, el vestido, el pastel, todo, especialmente cuando mi prometido me decía que esté tranquila, que no había por qué estresarme. ¡Me enfurecía!”, agrega.
“La iglesia, la comida, el fotógrafo, las invitaciones, el vestido, en fin. ¡Hay tantas cosas en qué pensar!”, afirma Rosa (37). “Me estresé, primero, porque no podíamos casarnos en la fecha que quería. Segundo, porque me despidieron de mi trabajo y me impactó mucho, tanto que estuve cerca de postergar la boda hasta hallar un nuevo empleo. Mi novio, por suerte, me apoyó y me dijo que nos casemos de todas maneras. Pobre, tuvo que aguantar mis arranques de histeria”.
“Preparé mi boda cuando estaba embarazada”, dice July (29). “En ese periodo, tus hormonas están revueltas y sueles reaccionar de maneras impensadas ante el menor obstáculo. De no ser por el apoyo de mi mejor amiga, habría enloquecido”.
CONSERVAR LA CALMA
“En mi caso, el hecho de casarme ya me había generado pánico. Bajé de peso, andaba ansiosa, me aparecieron ronchas en la piel. Encima, con la organización de la boda descubrí aspectos oscuros de mi persona que no sabía que tenía. Era una ogra”, recuerda Nora (32).
Para evitar este tipo de reacciones, es conveniente buscar el apoyo del entorno cercano. Un gran error de muchas novias es querer controlar todo y no delegar funciones.
Asimismo, el excesivo perfeccionismo puede conducir a niveles de presión intolerables. La idea es no perder de vista el horizonte: la boda será un día especial, no el juicio final. Hay que esforzarse, sí, pero nunca perder el optimismo. Al final, todo saldrá bien.
“Puede sonar frívolo, pero hay mujeres que, como yo, soñamos toda la vida con una boda inolvidable”, cuenta Alejandra (34). “Será la influencia de los cuentos de hadas y Hollywood, qué sé yo, pero mi deseo era una boda perfecta. En el camino entendí que no es posible y que todas las bodas son imperfectas, siempre algo sale mal, alguien que te falla, alguien que se cae y echa a perder la torta, como pasó en mi boda, pero lo que hace perfectas a estas celebraciones es un detalle muy simple: estar con tu ser amado, rodeada de las personas que más quieres. Si pudiera regresar en el tiempo, me relajaría”.
Muchas veces, los preparativos de la boda pueden causar conflictos en la pareja, a tal punto de poner en riesgo la realización de la unión.
Para evitar momentos de tensión, es mejor delegar las funciones de la organización de la boda a personas de confianza, como seres queridos o profesionales del rubro.
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