La enfermedad de Alzheimer afecta a decenas de millones de personas en el mundo. Los investigadores disponen cada vez de más datos sobre ella, pero aún es incurable.
¿Qué es la enfermedad del Alzheimer?
Es una enfermedad neurodegenerativa compleja que deteriora la capacidad cognitiva y provoca progresivamente una perdida de autonomía. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) habría alrededor de 47.5 millones de enfermos de demencia en el mundo, de los cuales entre 60% y 70% padecen Alzheimer.
Entre los primeros síntomas de la enfermedad figuran los olvidos, los problemas de orientación y los trastornos de las funciones ejecutivas (no saber cómo utilizar el teléfono móvil, la lavadora o el horno microondas). Estos síntomas requieren una consulta médica o tests neuropsicológicos para un diagnóstico.
¿Cuáles son los principales factores de riesgo?
Según los estudios publicados en los últimos años, serían la hipertensión arterial, un nivel alto de colesterol, el tabaquismo o el sedentarismo. Un nivel educativo elevado tiene, en cambio, un efecto protector, retrasando varios años la aparición del Alzheimer.
La práctica de deportes violentos como el fútbol americano o el boxeo también podría favorecer la enfermedad. Pero el principal factor de riesgo sigue siendo la edad. Según distintos estudios entre el 20% y el 40% de los afectados tiene más de 85 años.
La enfermedad es estrictamente hereditaria en solo el 1% de los casos. Y hay un ejemplo de predisposición genética a desarrollarla.
¿Se conoce mejor la enfermedad?
Hoy se conoce mucho mejor como la enfermedad se instala progresivamente durante años antes de los primeros síntomas, explica el profesor Philippe Amouyel, director de la fundación nacional francesa Alzheimer.
Varias herramientas como la imaginología permiten medir de forma cada vez más precoz las ‘placas’ seniles o depósitos de péptidos beta amiloides en el cerebro o la acumulación anormal de la proteína Tau en las neuronas.
Desde hace unos años también se realizan pruebas sanguíneas para diagnosticar o detectar precozmente la enfermedad. Se basan en los biomarcadores vinculados a la predisposición genética, proteínas o enzimas.
¿Cuáles son los tratamientos disponibles y en qué fase se encuentra la investigación?
Sigue sin haber una cura, solo tratamientos para los síntomas, es decir principalmente para los trastornos de las funciones cognitivas. Pero tienen generalmente “efectos limitados en el tiempo y no son aptos para todo el mundo”, explica el profesor Amouyel.
Entre los tratamientos más prometedores figuran las bioterapias basadas en inyecciones de anticuerpos que combaten las proteínas nefastas del Alzheimer.
Pero por el momento los resultados de todas estas moléculas son “decepcionantes”, estima el profesor Dubois, jefe del servicio de enfermedades cognitivas y comportamentales del hospital de la Pitié-Salpetrière en París. Algunas han conseguido detener o ralentizar el desarrollo de las placas pero “no han logrado mejorar los síntomas”, salvo de forma “muy moderada” en algunos casos precoces.
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