Roberto Abusada,Uso de la palabra
Economista
La disminución de la desigualdad y pobreza son datos vistosos a los que el conservador de izquierda debe atacar.
En los últimos 10 años el Perú ha crecido 80%, sin duda una cifra impresionante bajo cualquier punto de vista. Esta brillante performance ha sido posible porque desde hace más de 20 años el país abandonó las políticas estatistas y adoptó decididamente una política de mercado y de integración al mundo, desechando las ideas fracasadas de la izquierda conservadora. Hoy el crecimiento se sustenta en la inversión y la creación de empleo y riqueza a cargo del sector privado.
Pero el drástico cambio en la manera de conducir la economía tiene aún feroces detractores. Constantemente se discuten los datos estadísticos, con razón o sin ella, para argumentar el punto de vista cargado de la ideología conservadora y refractaria al cambio.
La primera crítica fue naturalmente que el cambio no traería crecimiento, pero, ante la abrumadora evidencia en contrario, se argumentó entonces que el crecimiento era excluyente y beneficiaba solo a los ricos. Muy rápidamente la expansión del empleo, el surgimiento de una pujante clase media y el despegue rural terminarían con tal argumento. Había que encontrar otra crítica para descalificar el evidente progreso. La desigualdad sería entonces el argumento definitivo para atacar al “modelo neoliberal”. Pero los datos duros se encargaron nuevamente de desmentir a los conservadores: contrariamente a lo que sucede en la mayoría de los países ante fenómenos de alto crecimiento, la desigualdad, lejos de aumentar, empezó a disminuir en el Perú.
Ahora solo queda cuestionar los datos mismos.
El concepto de desigualdad habitualmente medido por el coeficiente de Gini usando datos de las encuesta de hogares—dicen los conservadores— hay que ajustarlo ahora con los datos de las cuentas nacionales para argumentar que la tasa de desigualdad es mayor. Pero aun después del “ajuste” la desigualdad es menor.
Cosa semejante sucede con el dato de pobreza, que es el que más atención recibe en los medios de comunicación: para deslucir el impacto que el crecimiento ha tenido en la disminución de la pobreza se echa mano ahora del concepto de “pobreza multidimensional”, diferente del concepto siempre usado al que ahora llaman “pobreza monetaria”.
En realidad el concepto de pobreza multidimensional emerge del excelente trabajo de Enrique Vásquez Huamán de la Universidad del Pacífico cuyo objeto no es cuestionar el impacto del crecimiento en la reducción de la pobreza, sino el de dirigir más eficientemente las políticas sociales mediante el señalamiento de las carencias existentes en salud, educación y condiciones de vida. La disminución de la desigualdad y pobreza son datos vistosos a los que el conservador de izquierda debe atacar.
En cambio, la importante información que recientemente publicó el INEI con los resultados de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) que muestra la evolución de los indicadores tan importantes como la desnutrición crónica infantil, el control prenatal en el primer semestre de gestación, la anemia infantil o la mortalidad infantil no ha merecido el más mínimo interés quizás, porque lo que interesa en el fondo no es contribuir a dar soluciones, sino, más bien, el aprovechamiento ideológico del dato mismo.
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