Carlos Meléndez,Persiana americana
A Villarán se le puede endilgar la ruptura de la confianza entre la autoridad edil y sus vecinos. La disonancia entre el discurso edilicio y su respuesta ciudadana grafica este drama. Mientras la alcaldesa practica una prédica participativa, de empoderamiento ciudadano y transparencia pública; los limeños disienten. La mayoría cree que los vecinos influyen muy poco en las decisiones de las autoridades ediles (49.6% ahora; 42.6% en el ultimo año de Castañeda) y percibe la gestión de los recursos públicos como no transparentes (57% ahora; 53% en 2010). Solo en la percepción de corrupción hay un ligero cambio positivo (17.4% cree que la gestión Villarán no es corrupta; 13.9% creía lo mismo sobre Castañeda).
Esta discrepancia entre el discurso oficial y la percepción individual ha resultado perjudicial para los objetivos bienintencionados de Villarán. El limeño promedio es menos participativo de lo que era hace tres años. Su involucramiento en asambleas ha bajado del 13.6% al 11%, la firma de peticiones a autoridades del 10.8% al 7.2% y la membresía a una organización vecinal de 8.1% a 5.1%.
Se reconoce en la gestión Villarán preocupación por la recuperación de espacios públicos. Pero a meses de culminar su mandato, Lima es peor ciudad de la que recibió, y los limeños más insatisfechos con su calidad de vida y con su alcaldesa.
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