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"Urresti es mezcla de ingenuidad y soberbia"

“Pareciera que quien no se siente cómodo con el ministro Ghezzi es Castilla. Él es el ministro más antiguo e, imagino, piensa que su ciclo en la cartera de Economía ya acabó, sin que esto signifique que ha fracasado”.

Foto: David Vexelman.
Foto: David Vexelman.

Carlos Basombrío,Analista político
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

“El cargo de ministro del Interior es uno de los más inestables y peligrosos del mundo, pero más peligroso es salir a caminar por muchas de las calles de nuestros barrios… algo que los ciudadanos peruanos deben hacer todos los días”, nos dice Carlos Basombío, exministro del Interior y analista político, quien en esta entrevista nos habla sobre la designación de Daniel Urresti como titular de dicho sector (el sexto en menos de tres años) y la ausencia de políticas de seguridad por parte del gobierno de Ollanta Humala.

No le ha gustado la designación de Urresti como ministro del Interior…
No es así. Es más, ni siquiera lo conozco. Urresti me parece una persona decidida, enérgica y hace las cosas rápido. Estas son virtudes, sin duda, pero lo que me preocupa es que este sea otro más de los nombramientos sin agenda, sin programa, sin perfil, a los que ya nos tiene acostumbrados este gobierno. Ya son seis los ministros del Interior, y Humala va de tumbo en tumbo en este sector: no puede haber dos ministros más disímiles que Albán –un académico, defensor de los DD.HH.– y Urresti –un militar retirado del Ejército que viene de bombardear dragas–. Dígame, ¿dónde está la coherencia entre ambos nombramientos?

Entonces, el sector Interior anda a la deriva…
Se maneja al tun-tun. Imagínese si así se manejaran sectores como Economía o Relaciones Exteriores. Se ha invertido la racionalidad de lo que debe ser una política pública. A Urresti le han encargado el ministerio porque es enérgico, y lo que hará en el ministerio solo lo sabe él, no es predecible, algo que es muy malo para la institucionalidad del país. Urresti está fuera de la realidad: cree que todo se solucionará con su voluntad, que él sí luchará contra la delincuencia, que él sí estará en la calle y no en su escritorio. ¿Acaso bombardeará Gamarra para sacar a los extorsionadores? ¿Pondrá tanques en las calles para que no se roben los celulares?

Urresti quiere, y parece que literalmente, ponerse el uniforme de policía…
Exacto. Quiere ser el comisario de todos los barrios. Lamentablemente, esta no es la tarea de un ministro del Interior. Por supuesto que hay que actuar rápido, pero hay que saber adónde queremos ir, qué problemas tenemos y con qué recursos contamos para resolverlos.

El ministro Urresti no cree que la corrupción sea uno de los principales problemas de la Policía…
Ha ninguneado el problema. ¡Se equivoca! Es un problema fundamental, el que impide que se luche adecuadamente contra la inseguridad. Tenemos una Policía tomada por la corrupción y que empieza a ser tomada por el crimen organizado. El ministro Urresti no tiene una política de seguridad y desprecia a quienes sí la tienen. Por lo que ha declarado, uno intuye que se quedará en la anécdota, en lo accesorio: es una mezcla de ingenuidad con soberbia. Si no se da cuenta de que sus formas para afrontar los problemas son voluntaristas e ingenuas, se estrellará contra la realidad en poco tiempo.

Pero el que nombra a los ministros es el presidente…
Es verdad, y él es el responsable de todo esto. El mandatario Ollanta Humala debió crear estas políticas de Estado y no lo hizo. Además, la seguridad ciudadana debió ser una de sus principales preocupaciones. Yo mismo estoy sorprendido de que no se ha esforzado en tener una política pública de seguridad. Y este problema no es nada esotérico ni complicado; son temas que se manejan cotidianamente: luchar contra la corrupción en las instituciones, profesionalización y mejora de las condiciones de la Policía, crear políticas de prevención para que los jóvenes no caigan en el delito, establecer unidades especiales para la lucha contra el crimen organizado, solucionar las relaciones Policía-Serenazgo, etcétera. Es decir, las soluciones no son de otro planeta, solo hay que trazar bien los objetivos.

Entonces, ¿qué pasa con Ollanta Humala? ¿Acaso no entiende el sector Interior?
No lo entiende ni le interesa entenderlo. Está tan confundido como muchos otros y no sabe qué hacer. Recordemos que hace pocas semanas declaró que el problema de la seguridad era un asunto de percepción, que la seguridad había mejorado, pero que no nos dábamos cuenta. La salida de Walter Albán indicaría que ya cambió de opinión. Y volviendo a la seguridad ciudadana, esta debe ser movida en dos flancos: primero, el institucional –fortaleciendo el sistema penal– y, segundo, el preventivo. Repito: ¿dónde está el misterio? Esto no es cháchara; solo necesitamos saber qué queremos, un objetivo claro.

Mientras tanto, las mafias se apoderan de la ciudad…
En la lucha contra el crimen organizado hemos perdido demasiado tiempo, y no solucionaremos el problema bombardeando los barrios peligrosos. Sin ser su responsabilidad, la ciudadanía puede participar en temas de seguridad, pero para esto necesita confianza, y la confianza no es un tema de fe: la Policía debe mostrar signos tangibles de cambio para que la ciudadanía confíe en ella.

AUTOFICHA

- Muchos pensaban que Humala sería capaz de solucionar los problemas de inseguridad por ser militar, pero eso no es un plus, es solo una condición paralela.

- Desde la academia hay propuestas para solucionar la inseguridad: allí está Gino Costa. Estos problemas no se solucionan con más patrulleros.

- La seguridad ciudadana es un bien público que garantiza el Estado. ¿Cómo? Reduciendo el margen de criminalidad y maximizando las opciones de sanción.


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