Una buena parte de los economistas coincide en que las prácticas de despido –gracias a precedentes nefastos del Tribunal Constitucional y de diversas sentencias judiciales– conforman una de las mayores trabas a la formalización laboral en el Perú. En la práctica, la reposición automática en el puesto de trabajo se convierte en una suerte de anacrónica estabilidad laboral absoluta y limita enormemente el dinamismo del mercado laboral. En este sentido, el Foro Económico Mundial coloca al Perú en el puesto 133 entre las 144 economías evaluadas en cuanto a facilidad para contratar y despedir trabajadores, es decir, en el decil inferior del mundo. Para tener un impacto significativo sobre la economía y la formalización, el gobierno debería considerar extender los avances ya propuestos en el proyecto de ley para promover la formalización de jóvenes al régimen general del trabajo.
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