Fito Espinosa,Pintor
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Fito Espinosa es uno de los artistas que participa de Expodeco, el Salón Internacional de Diseño, Decoración y Arquitectura que, del 19 al 22 de junio, se desarrollará en la Casa Prado (28 de Julio 878, Miraflores). Allí, además del trabajo de Fito, Cherman y Leslie Spak, se podrá apreciar los salones del mueble, del reciclaje y del diseño interior, y las muestras Bienal de arquitectura y Cinco décadas de arquitectura andina. Sobre arte y más conversamos con Espinosa.
Ingresaste a Diseño Gráfico…
Pero terminé estudiando Pintura porque no me quedó otra: quería explorar la parte creativa del diseño, la ilustración, pero como era un chibolo no entendía nada. Me enseñaban a diagramar, a hacer logotipos, pero yo quería dibujar, por eso me pasé a Pintura, porque no me quedaba otra.
Hace algún tiempo hablamos de tu sensibilidad femenina, pero también es verdad que tu mirada es infantil…
Claro. Por allí empezó mi trabajo. Aunque hoy suene gracioso, esa mirada fue mi rebelión. Cuando en la universidad trataba de hacer algo así me mandaban al cacho, me decían “esto no es pintura, esto no es arte, esto no vale”. El lado positivo de esto es que, en verdad, uno aprende a pintar; lo negativo es que no se abren a las nuevas tendencias. Lo curioso es que aprendí a pintar y a expresarme de una manera ‘profesional’ y ‘seria’. Además, en la Católica se preocupaban en la introversión, en que hay que sacar nuestro mundo interno, pero por ningún lado estaba el mundo infantil, por eso, tuve que rebelarme. Me dije: “A la mierda, no quiero esto”. Seguí con lo mío y, en 2008, expuse Mi pequeño universo, que fue un éxito total y, de pronto, y gracias al Facebook tenía hasta fans (ríe).
¿Los críticos influyen en el mercado del arte local?
No. El mercado del arte local es totalmente deforme, antes sí había un grupito chiquito que era influenciado por estos críticos, pero hoy no pasa esto.
A Cherman le molesta que le digan ‘artista comercial’. ¿A ti también?
Todo es comercial. El caso de Cherman es distinto al mío porque él viene del arte gráfico y eso hace que la gente que compra ‘arte’ le cierre las puertas. Yo, en cambio, provengo de las galerías, del mundo formal del arte, y he decidido salirme de allí para hacer otras cosas, por eso, no me afecta lo que digan, porque conscientemente me metí en este terreno. Lo que me molesta es el prejuicio.
¿Es un mundo posero?
Dime dónde no hay pose. Los artistas plásticos solo hablan para sus amigos, son muy pocos los que salen a atacar, se guardan mucho, aunque lo piensen (ríe). El tema es la comercialización del arte: los coleccionistas no quieren ver una obra que les ha costado cinco mil dólares ¡en una taza, en un polo! Por eso, yo no hago esto, si por hacer grabados ya me odian, ¡imagínate si saco un polo! (risas). Además, lo que menos le interesa a una galería es un tipo que se venda solo, que tenga prensa, que exponga lo que le venga en gana y, encima, que tenga éxito. ¡Ese es su enemigo!
Eso pasa contigo…
Por supuesto. Esto no le conviene a las galerías, pierden, pues. Ojo, no estoy rajando de ellas, así funcionan no solo acá sino en el mundo. A las galerías les conviene trabajar con los artistas que crean, pero no con aquellos que comercializan su obra.
¿Es normal que una galería, como quiere hacer Lucía de la Puente, cobre el 50% de comisión?
No, no es lo normal. Si quieres cobrar eso debes ofrecer mucho. Pero, ojo, no estoy diciendo que lo que ella pretende está mal, hay que ver las condiciones que plantea.
Cherman tiene Kasa Roja; Jaime Higa, Bruno Gallery, y tú, La Despensa. ¿Están optando por la independencia?
¿Qué hace una galería? Es un espacio de poder porque tiene la capacidad de congregar artistas, a la gente que compra, al público. Te dan su espacio cada dos o tres años, y yo no quiero exponer cada tres años, sino cada vez que creo, que es siempre. Pero un día unos artistas nos dimos cuenta de que ese poder también lo podíamos tener nosotros, que podíamos hacer las cosas a nuestro modo y que podíamos hacer arte y, además, comercializarlo.
Se acaban de realizar dos ferias paralelas de arte. ¿Tenemos artistas y mercado para dos eventos así?
Sí. Hay artistas que hacen cosas espectaculares, el problema es que no tienen cómo ni dónde; lo que no había era mercado, pero el boom económico que vivimos está haciendo que el mercado de arte crezca.
Y el boom también está en la construcción, en el diseño, en la arquitectura, por eso nace Expodeco…
Estamos trabajando para que el arte no solo se quede en las galerías y pueda entrar en otro espacio, y una feria como Expodeco trata, precisamente, sobre esto: ser un nexo entre la gente y los artistas. La chamba que tenemos pendiente es la educativa: hay un montón de gente que tiene dinero para comprar arte, pero no tiene idea de que esa posibilidad existe y, en sus casas, cuelga cualquier cosa.
AUTOFICHA
- Cuando empecé, a nadie le interesaba la ilustración. Lo curioso es que la portada de una revista tecnológica la hacía yo, un dibujante que trabajaba a mano.
- En mis días universitarios andaba apesadumbrado, no me salían cosas como las de hoy: mi pintura era oscura, recargada, visceral.
- Si hoy soy ‘mediático’ es porque terminé la universidad y gané todos los concursos y salí en todos los periódicos. ¡A qué chibolo de 24 años le pasa eso! (ríe).
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