Enrique Castillo,Opina.21
ecastillo@peru21.com
Esta vez lo hicieron en simultáneo, aunque en dos lugares diferentes.
Desde París, la primera dama, que estaba recuperando algunos puntos en su aprobación al evitar emitir opiniones políticas e intervenir en cuestiones de Estado, ha señalado que tanto ella como su esposo no prestan atención a las críticas a su gestión ni a las encuestas. Agregó en otro momento –y a pesar de que la vicepresidenta tuvo que salir a pedir disculpas al Congreso– que su esposo tiene no solo la responsabilidad sino también la autoridad para reunirse con los jefes de Estado.
Siguiendo la misma línea de su esposa, y cuando ya los temas del viaje a París y de la censura a la canciller iban pasando al olvido, el jefe de Estado remarcó que es una atribución del presidente definir los viajes y las reuniones que se hacen con los mandatarios.
Ambos tienen algo de razón, pero la forma y el momento en qué lo hacen, y su olvido deliberado sobre el papel que juega el Congreso en el tema de los viajes, y lo valiosas que han sido para el país, y para ellos mismos, muchas de las críticas –Conga, Repsol, Qali Warma, reelección conyugal, “la crisis llegó al país”, las “vacas flacas”, servicio militar, y varios etcéteras más–, hacen que todo suene a provocación y a enfrentamiento.
¿Por qué poner el dedo en la llaga cuando esta ya estaba cicatrizando? Pareciera que ambos se rebelan a los límites que imponen las reglas del juego democrático, y no pueden dejar de expresarlo públicamente, aunque esto traiga más problemas al Ejecutivo. ¿Soberbia?, ¿rasgos autoritarios?, ¿proyecto político en marcha?, ¿inexperiencia?, ¿juventud?
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.