Aldo Mariátegui,Ensayos impopulares
¡Escuchar ayer la rabieta de Diego García Sayán sobre su abortada candidatura a la OEA fue sublime! Debió optar por un decoroso retiro silencioso antes que culpar al gobierno de su fracaso. No hay peor ciego que aquel que no quiere ver: su candidatura nació muerta, no tenía nada que hacer allí. Perú habría tenido serias posibilidades con Joselo, que podría haber conseguido a EE.UU., Colombia, México y Ecuador, y atraer al bloque bolivariano (porque siempre mantuvo una amistosa neutralidad con ellos), pero DGS estaba en nada, no le conocen en esas ligas (y quienes le conocen saben de sus falencias: que no sabe nada de diplomacia y que tampoco es el gran jurista que asegura ser). Usó sus viejas estrategias, así como muy probablemente montó la CVR y fue un incondicional de la CIDH para así asegurarse ser juez allí después; muy posiblemente maniobró entre bambalinas para lograr colocar a su incondicional Jiménez Mayor como embajador en la OEA meses atrás y desde allí pivotear el lanzamiento y campaña de su candidatura. Pero uno debe conocer sus limitaciones y DGS se debió percatar, a pesar de su notorio egocentrismo narcisista, de que la OEA le era un puente demasiado lejano. El canciller Gutiérrez se enteró de esto antes que él y por eso debe haber decidido evitarse el esfuerzo inútil de marketearlo entre sus pares. Por allí a DGS le gemirán algunas viudas, como Luis F. Jiménez y Jiménez Mayor (¡los Jiménez son sus fans! Y el segundo debería renunciar luego de este fiasco por dignidad propia y solidaridad con su padrino). ¡Espléndido que justo suceda esto y que Villarán pierda abrumadoramente el domingo! ¡Octubre empieza lindo! ¡Éxtasis!
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