Nuevos vientos podrían estar soplando en nuestro país. Venezuela fue, una vez más, el centro de atención en los medios de la región. Latinoamérica ha sido testigo nuevamente de un golpe de Estado chavista, que no necesitó de una mayor intervención de militares armados, sino de una usurpación judicial, dirigida por el Tribunal Supremo de Justicia, sometido a la fuerte influencia del régimen de Maduro.
Esta vez, sin embargo, la supresión del Poder Legislativo ha marcado un punto de inflexión que ha despertado un suspenso en la comunidad internacional, y es que, después de casi 15 años de una constante vulneración de derechos fundamentales, ya se puede apreciar una insostenibilidad del régimen venezolano, no solo desde una perspectiva económica, sino también desde una perspectiva internacional.
Aunque tomó su tiempo, Venezuela ha sentido esta vez la presión de los Estados que conforman la OEA para que se realice una transición democrática, y se respete la función legislativa de la Asamblea Nacional.
Perú, después de la penosa experiencia humalista, juega esta vez un rol fundamental en estos esfuerzos por la recuperación de la democracia. Con reflejos rápidos, PPK ha retirado a nuestro embajador, una respuesta contundente que nos revela que la Cancillería peruana estaría recuperando el brillo, el profesionalismo pero sobre todo la vocación democrática de antaño.
Ahí no han quedado los nuevos vientos locales. Mientras Venezuela deberá tomar una decisión ante la comunidad internacional, diversos políticos de izquierda que solían apoyar al gobierno chavista han salido, en esta oportunidad, aunque sea a regañadientes, a manifestar su rechazo al “desequilibrio constitucional” de los actos del gobierno venezolano.
Algo es algo y ojalá esto sea el comienzo de algunos cambios tanto para Perú como para la golpeada Venezuela.
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