Los destapes de Odebrecht llegaron al Callao y, por primera vez, la cuestionada hegemonía de Chim Pum Callao parecería amenazada. Supremacía que durante más de 20 años se ha sostenido, en muchas de sus facetas, con prácticas lumpenescas.
La reciente denuncia, con orden de detención preventiva contra el gobernador regional podría ser la oportunidad esperada para desterrar la incontenible corrupción que reina en el puerto.
En sus inicios, a mediados de los 90, de Chim Pum Callao y la gestión de Kouri se destacaba, de manera particular, cierta eficiencia en obras públicas y mejoras en la atención de la salud. No pasó mucho tiempo, sin embargo, para que la corrupción saltara a flote. El caso más sonado: la escandalosa sobrevaloración en la construcción de la Vía Expresa del Callao con garitas valorizadas, cada una, en 30 mil dólares.
A pesar de las denuncias, por las que luego Alex Kouri fue sentenciado, Chim Pum Callao siguió creciendo, copando más cargos públicos, ganando más elecciones, al tiempo que se consolidaba una perversa relación entre este movimiento y organizaciones criminales en esa jurisdicción.
Bajo la hegemonía de Chim Pum Callao, el narcotráfico, el sicariato, el cobro de cupos de construcción crecieron tanto que incluso se decía que había tenido que migrar a San Juan de Lurigancho por falta de espacio. Los bandos, de una y otra autoridad, se han acusado mutuamente de interceptación telefónica y seguimientos.
A la fecha varias de sus autoridades son investigadas por corrupción y enriquecimiento ilícito. Las posibilidades de que fueran condenadas en el Callao, sin embargo, fueron siempre remotas. Esta vez, la magnitud del megacaso podría significar un giro en esa inercia de corrupción. Y ojalá el grito Chim Pum Callao pueda recuperar finalmente el significado de orgullo y victoria que este representó, alguna vez, para los chalacos.
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