22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El jueves “la primera póliza de seguro” del presidente Kuczynski (dicho así por el mismo PPK en campaña) ingresará a un campo minado en el que, pese a que varios congresistas lo niegan, corre el alto riesgo de salir censurado. Martín Vizcarra, ministro de Transportes y Comunicaciones, pero también primer vicepresidente de la República, llega débil a la interpelación por el caso del aeropuerto de Chinchero.

Desde que estalló el escándalo, el Ejecutivo no ha podido enfrentar el caso con respuestas convincentes a los cuestionamientos. Por el contrario, cada vez las sospechas parecen ganar más solidez. En la mochila de dudas aparecían registradas: el sinsabor de que la hermana del primer ministro formara parte de la empresa beneficiada, que las advertencias de la Contraloría de la República no fueron tomadas en cuenta a la hora de la firma de la adenda, la sorpresiva rectificación pública del presidente a las propuestas del propio Vizcarra de reducir los plazos de la concesión, la denuncia –guste o no– del procurador Amado Enco. A todo esto se ha sumado una revelación aun más preocupante para la gestión Vizcarra.

La recomendación de la presidenta de Ositran y de tres gerencias de esa entidad, como se ha mostrado en Punto final, era no firmar la adenda. Una frase de la presidenta lo resume todo: “Es peligrosísimo porque se va a poner el capital en el momento en que es más factible que se quite”. Lo decía el equipo de Ositran, Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura del Transporte Público, cuyos directores terminaron dándole la espalda de manera extrañísima.

Los hechos empiezan a acorralar al ministro Vizcarra. La mejor solución habría sido, tal vez, aceptar su renuncia el miércoles pasado y no exponerlo más de lo que ya se hizo con él. No es tarde.


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